21 octubre, 2008

12 Final del juego...

Quina se trajo de Miami un lap-top, con la sola intención de comunicarse con el embajador. ¡Chama, te enamoraste duro!, le dijo Hermelinda. Así, al menos dos veces por semana se decían cuanta falta se hacían el uno al otro. Cuando le daba por desvariar, le contaba al General que todo los días rezaba para que cayera el gobierno y lo devolvieran al país. Ocasionalmente también Mr. Jackson entraba al chat. Entonces se divertían y se permitían ciertos atrevimientos lujuriosos. Con el corre del tiempo, Pedro terminó por vender tan lujoso piso y por orden del General, compró a Quina un apartamento más modesto y pequeño en Colinas de Santa Fe, esta vez de su entera propiedad. La despierta de Hermelinda, después de pasar todo esa racha de bonanza decidió ponerse a estudiar peluquería, con miras a montar junto a su socia, su propio negocio. Quina continuaba en su papel de testaferro de las pocas negociaciones que aún pudieran hacerse y quién sabe hasta cuándo.
Una tarde que salió de compras sola -mientras Hermelinda estaba en la academia de peluquería- sin saber porqué razón, se llegó hasta la casa de La Pastora. La familia ya no estaba allí. El señor del quiosco de periódicos le contó que don Ramón había fallecido y la familia se había devuelto con muerto y todo para los Andes. A Quina se le encogió el corazón. De vuelta a casa, comentó a Hermelinda lo que le había afectado la visita a la casa de sus antiguos benefactores. Se me revolvieron los recuerdos, le dijo entre lágrimas. Lo peor es que nunca sabré si mi Papá al fin, me perdonó la escapada. ¿Y por qué no lo averiguas, le dijo Hermelinda ? Boconó queda ahí mismo...

                                                                         
                                                                              FIN

Caracas, enero 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Casi-amiga,

Realmente he estado deleitado con las casi-orgías, erotismo con casi-hermosura, vuestra prosa lo enaltece y me casi-hipnotiza con la suavidad y exquisitez de vuestra letra, solo puedo expresarte mi casi-agradecimiento por permitirme surmergirme por dichos espacios.

Casi-erotizado-amigo
Oscar