24 junio, 2011

Bajo la falda



¡Me molesta! ver a las mujeres en minifalda y con las tetas al aire, que no dejan nada a la imaginación. Una amiga, dice que las muestran porque no son de ellas. Quizá tenga razón… Me desagrada la franelita corta con las barriguita al aire. Tampoco me gustan las mujeres empantalonadas… No, no piensen que soy retrógrado, tradicional o gay. Por supuesto que mis panas jodedores no me lo dicen tan finamente; ellos dicen que soy un maricón que no se atreve a salir del closet...


No puedo ir contra mi naturaleza. Me gustan las mujeres tapadas, pero no por ello acepto, ni las monjas ni las musulmanas, aunque reconozco que tienen su morbo. Me refiero a mujeres mundanas, esas que vemos todos los días en la calle, en el trabajo, en el vecindario. Mis amigotes dicen que soy pendejo. No comprenden mis argumentos. Mis motivos tienen más que ver probablemente con alguna pulsión fetichista reprimida. Bien entendido, no le veo la gracia a que te metan por los ojos todo de una vez. ¡Se me asemeja a una vitrina de carnicería!
Y estoy harto de ver tetas idénticas unas a otras. No hay expectativas. Ya sabes con lo que te vas a encontrar… A los machos nos catalogan de visuales, pero de tanto ver tetas, culos y piernones, llega un momento que uno no le para –¡ni se me para!- y se busca otra cosa. Eso es lo que busco.


Me gusta adivinar, descubrir, imaginar. Qué habrá debajo de esa blusa con los primeros botones sueltos. ¿Las tendrá redondas o como aguacates? Cómo serán sus pezones, rosados, morenos. Las axilas, olorosas a recién bañada... Esas mangas largas, deben esconder unos brazos turgentes, de suave piel. ¿Tendrá lunares?... ¡Me excitan todos estos pensamientos! Y la falda a media pierna, qué puede esconder. ¿Usará liguero? ¿Con o sin pantaletas? ¿La tendrá afeitadita?… Es lo mismo que leer el menú del restaurante e imaginarse los platos. La falda larga, es lo máximo para mí. Cuando caminan –especialmente entaconadas- la falda se va amoldando a sus movimientos. Juega entre sus muslos. Entonces imagino que soy yo y no la tela quien va acariciándolos...


Por la calle ni me ocupo en ver las chicas exhibicionistas que pasan a mi lado. En cambio, cuando veo venir hacia mí una mujer en falda ya comienzo a elucubrar. Luego al pasar y contemplarla de espaldas me invade una cierta melancolía por no abordarla y meterme bajo su falda… ¡sólo pensarlo me eriza la piel!


Hay un mundo aparte bajo una falda ancha, donde quepo a mi placer: visión, sabores y olores distintos.... Para mí estar allí cobijado, equivale al paraíso. Veo, hurgo, saboreo a escondidas. Tiene un morbo entre sensual e ingenuo. Como cuando de pequeño me cubría totalmente con la sábana para masturbarme… Todas esas sensaciones se me vienen a la cabeza y trasciende el momento mágico, cuando me encuentro bajo una falda femenina.


Caracas, junio 2011

Ilustración sacada de la web.