21 octubre, 2008

8 Las armas secretas.

A la mañana siguiente apareció Pedro en el apartamento. Quina lo atendió todavía en batola de dormir. Muy inquieto preguntó como había salido todo. Algo raro pero bien y rápido, contestó ella. ¿De que se trata?, le preguntó. ¡Ni te enteres!, le contestó Pedro. Mientras menos sepas de esto mejor. ¿Puedo desayunar contigo? tomaron café con leche y se comieron unos bollitos que había preparado Quina el día anterior. Hermelinda hizo acto de presencia en la cocina. Esta es mi amiga, de la que te quería hablar. Charlaron entre los tres. Pedro no puso reparos a la permanencia de Hermelinda en el apartamento, siempre y cuando sus socios ni se enteraran. Terminaron el desayuno y Pedro se levantó. Nos hiciste un gran favor, le dijo a Quina antes de partir. Favores los que yo te debo, respondió ella. Le dio un beso en la mejilla y le susurró: Te extraño. Pedro la beso y cerró la puerta. Después de varia semanas, la visita del General se repitió por segunda vez una tarde y sin previo aviso. El hombre le hizo saber a Quina que ahora hacía una visita de cortesía y que venía solo. A la muchacha le cayó de sorpresa su presencia inesperada: Me agarra usted en ropa de casa, señor. No se ofenda, usted es bonita así. Quina no tuvo mas recurso que dejarlo pasar. Lo llevó hasta la cocina -allí se hallaba Hermelinda en sus quehaceres- y le ofreció café. El General Wilfredo Vilamizar -así dijo llamarse- se hizo dueño del patio. Amigablemente conversó con las muchachas. Se enteraron que estaba a punto de retiro y separado de su mujer, pero para guardar las apariencias aún convivían. Además yo estoy muy viejo para divorciarme, dijo entre chanzas. Ellas le contaron algunas cosas de sus vidas. La visita duró hasta que el General se tomó su último sorbo de café. Al despedirse, le volvió a decir a Quina; Señorita nos volveremos a ver. Cuando Quina se devolvió a la cocina, vio a Hermelinda espiando por la ventana, para ver con quién había llegado el General. Un carro con escolta lo esperaba abajo. Ese tipo es raro, dijo Quina. ¿Que buscará ese hombre ? ¡Pendeja! te busca a ti, le dijo Hermelinda.

continúa...

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