17 marzo, 2009

El manantial



Sin ser una belleza Mónica tiene una nutrida clientela. Tampoco es que sea una jovencita, empero posee una glamorosa apariencia. Su cuerpo es aún lozano aunque ligeramente desproporcionado. Los pechos pletóricos, con pezones como botón de rosa y oscuras aureolas, son muy grandes para el resto de la estructura que los soportan. Se cuida; se alimenta adecuadamente. Sabe que de ello depende la calidad de su desempeño, por tanto tampoco practica sexo -ni siquiera oral- ni sádico-masoquista. Ninguna de esas prácticas forma parte de su quehacer. Fornica por placer y con quien quiere cuando desea satisfacerse. Sus acompañantes son selectos. Atiende a hombres maduros: carentes, nostálgicos, anhelantes. Ella sabe esperar a los más jóvenes; ya les llegará su momento. Aún así –a pesar de tantas reservas- es una de las más solicitadas de la “casa” y por su exquisito servicio cobra elevados emolumentos.

Mónica no hace acrobacias en la cama. Simplemente se tiende –envuelta en su bata china- al lado del hombre que amorosamente amamanta…


Caracas, marzo 2009
Ilustración: Vettriano