21 octubre, 2008

3 El paraíso en la otra esquina.

Es un cuarto de hotelucho como cualquier otro en las inmediaciones de Quinta Crespo, destartalado pero limpio. Ella ahora ya no está asustada. Otilio la hace sentir segura. Además ya se conocen. Son varias las veces que en el cine, sentados en las últimas butacas, Otilio le chupa los pezones y hurga en su entrepierna. Ella acuna su verga, la lame -Otilio le enseñó- la recorre con toda su lengua, lo besa y aprieta con sus dedos. Antes que eyacule, se le monta con las piernas abiertas, dándole la espalda. Otilio la abraza, le aprieta las nalgas, la maneja, la hace subir y bajar a su ritmo y antojo. Ahora la novedad es el cuarto de hotel, donde nunca ha estado. Ahora la novedad es la luz, la desnudez, tendidos en la cama. Los detalles del cuerpo: las sinuosidades, las concavidades, las planicies, los colores del vello púbico, su textura. La piel blanca, los labios carnosos y succionadores. Ahora, son los cambios de posición. Los olores y sabores de la crica, los del bálano. El sonido de los quejidos, las risas -ya no hay porque acallarlas- las palabras que se dicen, las que se dejan de decir, aquellas que no se completan: te amo, te am, te …

continúa...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta este blog... hace mucho tiempo lo sigo, y desde que inicié el mío lo tengo entre mis enlaces.
Este post en particular me gustó, me hace evocar momentos agradables.

hasta pronto!

Neicurehuen.