21 abril, 2008

Fetiche



La llamada cayó por equivocación. Del otro lado del auricular escuchó una voz masculina, grata, cálida. Conversaron ligerezas. El se atrevió a sugerir, ¿Puedo repetir la equivocación? ¡Seguro! Mañana a esta misma hora.

Así comenzó todo. Poco a poco, conversación tras conversación fueron intimando. El sortilegio de la voz adecuada puede conducirnos por derroteros eróticos insospechados. Su voz la transformaba, la subyugaba. Comprendió perfectamente a esas mujeres que enloquecían con la voz de Sinatra. La enseño cómo complacerlo, ella fue una alumna aquiescente. Sus acoplamientos a distancia - entre las modulaciones de las voces, los gemidos y las lágrimas del amor- los dejaban completamente saciados. El sugiere una confrontación personal. Ella se niega; conocerte sería tu voz y tus añadiduras.Temo a las añadiduras. ¡Dejémoslo así!

Grabó. Recompuso las conversaciones. Se construyó una voz para ella sola que le dice lo que desea oír: lo que le gusta escuchar, lo que la excita, aquello que la enamora. De buenas a primeras no lo atendió más. Cambió el numero telefónico y prescindió del emisor de la voz...



Caracas 1998