02 septiembre, 2007

Los primeros viernes



Las visitas a Inés se han convertido en un ritual. Todos los primeros viernes de cada mes la buscas, se van a la misa de la tarde y luego a una confitería. Como mucho a un cine. Ambas han sido amigas desde el colegio. Ahora que están viudas -va para unos seis años- y de mediana edad se asisten mutuamente ¿Que hubiera sido de nosotras sin nuestra amistad?, te preguntas.

Cuando se abrió la puerta él ya estaba allí. Dudaste unos segundos para entrar al ascensor, pero lo viste tan arregladito, con esa carita juvenil, bien trajeado y con su maletín que terminó por infundirte confianza. Buenas tardes, buenas contestó él. ¿A cual piso va ?, siete por favor.

El ascensor arrancó. Clementina –porque ese es tu nombre- buscó perder la mirada en cualquier punto, como siempre hace uno cuando se monta en un ascensor. El fijó su mirada; la detalló de arriba a bajo. Clementina terminó por sentirse incomoda y esbozó una tímida sonrisa.

El hombre detuvo el ascensor bruscamente. Colocó el maletín a un lado y se zafó la corbata. Se le fue encima sin preámbulos. Clementina aterrada no logra reaccionar, sólo sus ojos desorbitados delatan su pánico. Comienza a manosearla por las piernas. Le sube la falda. La toquetea toda. Ella lívida siente que está a punto de desmayarse cuando le abre la blusa y le besa el cuello, los pechos. Clementina comienza a temblar. Su besuqueo y acariciamiento va acompañado de palabras soeces.

Al ver la masculinidad del joven, Clementina trata desesperadamente de zafarse y sonar la alarma. El agresor la detiene con su mano en la entrepierna; hurga habilidosamente el objetivo que Clementina desea defender. Cambia su actitud, siente algo que creía olvidado que hacía ya mucho tiempo no probaba y se deja ir. Comienza a responder a las caricias y cuando el ariete derriba la entrada, dice a gemir y suplicar.

Los acomete un temblor. No sabe definir si es ella o es el ascensor que se precipita. Se retira; aún extenuada la abandona. Recompone su aspecto. Detiene el ascensor en el sexto piso. Sale sin hablar, sin voltearse siquiera a verla. Clementina todavía sin reponerse se asoma a la puerta y alcanza a gritar ¡Vengo todos los primeros viernes, a la misma hora!

¡Y ahora! ..¿cómo le cuento esto a Inés ?


Caracas, abril 2005


Ilustración:Vettriano


1 comentario:

Unknown dijo...

Realmente he estado deleitado con las orgías mínimas, erotismo con hermosura, vuestra prosa lo enaltece y me hipnotiza con la suavidad y exquisitez de vuestra letra, solo puedo expresarte mi agradecimiento por permitirme surmergirme por estos mínimos pero placenteros espacios.

Casi-erotizado-amigo