tag:blogger.com,1999:blog-381399882024-02-19T02:26:50.851-04:00Orgías mínimas"El más allá erótico está aquí y es ahora mismo. Todas las mujeres y todos los hombres han vivido esos momentos: es nuestra ración de paraíso." Octavio PazAmérica Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.comBlogger56125tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-65170208645944106402023-09-20T17:43:00.013-04:002023-11-09T11:54:55.546-04:00Una última vez.<p><br /></p><p style="text-align: justify;">Volví por mis trastos. Cuando entré se estaba duchando. Un impulso me llevó a dibujar en el vidrio su silueta, con el vapor que emanaba: la espalda, las nalgas, los muslos. Mi erección iba en aumento. Por un instante pensé entrar y quizás, una última vez, empaparnos juntos como hacíamos antes. Sorber el agua que corre en su entrepierna y disfrutar de un coito.... ¡Qué haces! gritó. Agarra tus vainas y lárgate. No olvides dejar las llaves al salir. Tragué entero y di media vuelta. Sin despedirme, me largué con un portazo, mi erección y con las ganas de esa última vez.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Caracas, sept. 2023</p>América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-86148980673689259812012-03-03T18:57:00.004-04:302023-11-04T12:45:13.351-04:00La romántica vida de Gustav Schilick<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho3xNgTc3SQn4pn0Pv-BXtzPBGGBaBRu081VWa3wiydzCWBfsrRComTs5vwsl3hSO5mqUUM885XeWwiEYabl_wJWgLGhFe0iERc79z5-Gxy5Pezhcvo8ga224_QIe2EzIkDtVA/s1600/renoir_2.jpeg1.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho3xNgTc3SQn4pn0Pv-BXtzPBGGBaBRu081VWa3wiydzCWBfsrRComTs5vwsl3hSO5mqUUM885XeWwiEYabl_wJWgLGhFe0iERc79z5-Gxy5Pezhcvo8ga224_QIe2EzIkDtVA/s320/renoir_2.jpeg1.jpg" width="152" /></a></div>
<br />
<span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">Esta es la
historia de Gustav Schilick, un hombre ahora reducido a un casi hombre;
temeroso, sin honra, fugitivo y finalmente metido a patriota a la fuerza y por
motivos totalmente ajenos a la guerra. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span><span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">La vida de Gustav,
que antes era despreocupada, comenzó a complicarse cuando, en una de esas
tantas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">kermes </i>a las que asistía por
diversión –con el sólo fin de seducir mujeres- conoció a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Frau</i> Hagaar. Nuestro hombre era todo un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dandi, bon vivant</i> y galante, que gracias a una pequeña fortuna en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">chelines</i> heredada de una tía abuela,
podía darse el lujo de frecuentar los mejores salones y alternar con bohemios y
burgueses como él, que vivían de sus negocios y heredades. Así, Gustav joven,
con algo de dinero: bien trajeado, con una mediana cultura, destacaba entre sus
pares y sin ser hermoso gozaba de harta aceptación entre <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>las damas.<o:p></o:p></span><br />
<span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">Cuando
conoció a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Frau</i> Hagaar y como era ya
su costumbre, decidió obtenerla como uno más de sus muchas seducciones:
bailarinas, cantantes de ópera, viudas y hasta se cuenta que una novicia. La
verdad es que la dama no le fue indiferente y las cosas surgieron poco a poco. En
ausencia del marido viajante, un renombrado banquero que por casualidad, mantenía
en sus arcas los bienes de Gustav, los encuentros se hicieron frecuentes: una
vez en el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Prater,</i> o en una velada
benéfica, otra en el café <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Griensteidl,</i>
o un paseo al bosque para retozar eróticamente en el prado. A veces paseando
castamente en<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>coche, otras no tan santas
dando vueltas por la callejuelas <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de la
ciudad, mientras dentro del carruaje ocurría el desenfreno. Con el correr de
los meses, los amantes pasaron a constituirse
prácticamente y sin el menor recato en pareja. Se olvidaron los encuentros a
escondidas y se veían frecuentemente en el pequeño apartamento que poseía Gustav
retirado del centro de Viena… Durante siete meses, fueron dichosos hasta que
las comidillas llegaron a oídos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Herr</i>
Hagaar. Valido de su posición, se agenció un oficial policíaco quien en poco
tiempo puso al cornudo al corriente de su deshonrosa situación. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span><span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">A todas
estas y para lavar su honor, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Herr </i>Hagaar
envió una misiva que tomó de sorpresa a Gustav; ¡ un reto a duelo!<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Aunque tal práctica estaba prohibida, seguía
siendo costumbre entre los caballeros… Nuestro protagonista fue convocado una
fría madrugada a batirse con el ultrajado marido. Esta vez la suerte abandonó
al ofensor y aunque no murió en la finta, salió herido de un pistoletazo por su
diestro contrincante. Apropiadamente llegó la autoridad y sin saberse por cuál
causa, sólo el herido fue apresado. Ya en el calabozo, Gustav captó el doblez
de todo el asunto: el caballero Hagaar había dispuesto todo para errar el tiro,
hacerlo encarcelar y además de humillarlo, estarle <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en deuda por su vida. <o:p></o:p></span><br />
<span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">Como parece
ser, las cosas malhadadas vienen juntas; ya para ese entonces en toda Europa y
especialmente en Viena se vivía, un clima enrarecido con presagios de guerra.
El gran imperio se debilitaba y no sabríamos si para su fortuna o desdicha, Gustav
se vio envuelto en una guerra iniciada también, por un furtivo pistoletazo… Evadiendo
juicio y castigo, cambió condena por tropa. Se alistó y helo aquí en esta
inmunda trinchera del frente oriental, con una bayoneta al hombro: sin dormir, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>mal comido, peor apertrechado y aterido de
frío, esperando la orden de atacar al enemigo que a estas alturas ya no sabe si
es gabacho: balcánico, hijo de Albión, otomano o de la puta madre, que para el caso da lo
mismo y quien, desde la otra trinchera, bombardea día y noche despiadadamente.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span><span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">Dos veces
salió Gustav con su batallón, dos veces regresó malherido.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Finalmente, cuando una bayoneta le atravesó
el pecho, tirado en aquel sangriento lodazal,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>tuvo en un instante de aliento la visión de girar con una deliciosa
criatura en un lejano baile, allá en su amada ciudad donde tan placenteramente
vivió.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;"><span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman";">
</span><span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;">CCS, febrero
2012</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span face=""verdana" , "sans-serif"" lang="ES-VE" style="mso-ansi-language: ES-VE;"><span style="font-size: x-small;">Ilustración: Renoir</span></span></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-41829062919058777332012-02-06T19:26:00.005-04:302015-11-24T10:39:16.598-04:30Piano bar<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifJUO-Ns_ubW3F9STQ5YVj1gqsKyX-NviHkzCEoIGQbU1f_7FXoGNIVRLBLgWS7LWJf4gMB9MUUX5MrnQ3RFrDDSLEnYssrDol11qDE9fwAofmyY5R5xccakLHqLmWR4Uq2sI1/s1600/Vettriano_5.jpeg.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5706176513050502850" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifJUO-Ns_ubW3F9STQ5YVj1gqsKyX-NviHkzCEoIGQbU1f_7FXoGNIVRLBLgWS7LWJf4gMB9MUUX5MrnQ3RFrDDSLEnYssrDol11qDE9fwAofmyY5R5xccakLHqLmWR4Uq2sI1/s320/Vettriano_5.jpeg.jpg" style="display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 268px;" /></a><br />
<br />
<div align="justify">
Es de noche -casi siempre sale al anochecer de la oficina- y estaba más agotada que nunca. Su agotamiento no era tanto físico como mental y moral. Deprimida, con ganas de tirar todo por la ventana. Tanto batallar para levantar su proyecto y ese viernes le habían dado la puntilla. Tendría que inventarse algo totalmente distinto para el <em>marketing</em>. De mala gana engavetó el papeleo y las presentaciones, en el archivero de intentos fallidos. Cerró la oficina y salió. En el ascensor se acicaló. Cuando llegó a la planta baja su furia se había aplacado.<br />
<br />
Salió al <em>lobby</em> del edificio y luego a la calle. El frío de la noche la hizo percatar que no estaba suficientemente abrigada. Inspiró profundamente y echo a andar por la avenida iluminada, viendo la vitrinas. Sin darse cuenta, ya estaba alejada y con más frío. Vio el aviso luminoso de un piano-bar; unos tragos no me vendrán mal en estas circunstancias... Empujó la puerta. Cuando sus ojos se acostumbraron a la media luz y al humo que invadía el pequeño local, pudo ver que estaba poco concurrido. Unos cuantos hombres en la barra, una pareja de jóvenes en un mesita. Un lánguido blues, sonaba en la rockolla. En la barra se acomodó en una de las altas banquetas. El barman le da la bienvenida; ¿qué le sirvo?...Un martini seco.<br />
<br />
Se lo fue bebiendo lentamente, como lentamente se puso a observar a los parroquianos que allí estaban. Tenían aspecto de gente de oficina –así como ella- de esas que se reúnen los viernes en la noche para tomarse algo, antes de llegar a casa. Este mal día, con la rabieta y la frustración que le ocasionó su fallido proyecto, rechazó todas las invitaciones y fue a recalar donde estaba ahora.<br />
<br />
En verdad no le llamó mucho la atención el hombre que ahora entraba al lugar. Fue directamente a la esquina de la barra. Colocó el maletín en otro de los taburetes vacíos. Saludo al barman como si ya lo conociera de mucho tiempo y pidió un trago… Los intercambios de miradas llegaron a la segunda copa. Era un tipo de mediana edad, delgado y con una sonrisa franca. El tercer trago se lo brindó él. Así se lo hizo saber el barman cuando le sirvió. Le sonrió al momento que levantó la copa. Permanecieron en sus respectivos lugares un buen rato. Después, vino hacia ella. Sólo le dijo buenas noches. Dejó un sobre en frente, dio media vuelta y desapareció del lugar… Perpleja y curiosa abrió el sobre. Contenía mucho dinero y una tarjeta de presentación de un hotel. Por detrás las señas de la habitación y más nada. Se rió; ¡este tipo se equivocó conmigo! El gesto le pareció grotesco, pero no se enfadó. Pidió otro trago y algo para comer. Estuvo meditando qué hacer con ese sobre y si atender o no la inusual invitación; ¿qué tengo que perder? Agarró sobre y cartera, pagó y salió del local. </div>
<br />
Caminó unas dos cuadras y llegó a la puerta de un viejo hotel, no muy lujoso pero con cierta clase. Entró muy decidida y fue directamente al ascensor. Cuando llegó al piso señalado y las puertas del elevador se abrieron, dudó en bajarse…Ya estoy aquí. ¿por qué no, qué me puede pasar? Salió al corredor buscó el numero señalado. Cuando golpeó a la puerta le abrió el mismo tipo, ataviado con un batín. Te estaba esperando. Ponte cómoda, ¿quieres una copa de champagne? ; ¡sí me encantaría!<br />
<div align="justify">
<br />
Estaba en la pequeña sala de una suite. Se despojó de su chaqueta y su cartera. Intentó dar una explicación de lo acaecido pero él no se lo permitió. Brindaron. El hombre colocó música suave y se acomodaron en el sofá. Vengo esporádicamente a esta ciudad, por asuntos de negocios ; Yo trabj.... No la dejó continuar, puso un dedo sobre su boca y recorrió suavemente, los labios, los dientes. Cosas del destino, seguramente, le dijo. Bailaban y conversaban; aquí hay una equivocación. ¿Te parece?, no lo tomes a mal pero el fin es lo que cuenta.Con seguridad la aferró entre sus brazos. Comenzó a besarla y a desvestirla muy lento. Ella no opuso resistencia. Al quedar totalmente desnuda le pidió que bailara para él. Nuevamente llenó las copas y se sentó a observarla. Ahora le ordenaba; acaríciate, tócate… Al compás de la música hizo todo lo que quiso; ¡acércate, ven. Le roció el licor por los pezones y los lamió. El liquidó le corrió por el vientre y allí lo recogió su lengua. La reclinó en el sofá y se despojó del batín. Arrodillado al borde del mueble, sus manos se movían con sabiduría y agilidad. Roció el monte de venus con más champagne y bebió en esa copa. Con los sentidos extraviados, ella respondió a sus caricias.<br />
<br />
Acunada en sus brazos, la llevó a la habitación iluminada sólo por la luz del velador. En el lecho, se puso debajo y le cedió el turno a ella. Totalmente laxo se entregó a la voluntad de la mujer. Ella lo sintió vibrar todo a través de su boca. Adelantándose a su espasmo lo cabalgó; una, dos, tres veces. Desmayada, reposó sobre su pecho. Quedaron largamente así, arrullados por el ritmo de sus respiraciones. Luego aún somnolienta, sintió que la volteaba y le mordía suavemente la espalda. La invadía por detrás. Intentó protestar, pero fue vencida. Entrelazados durmieron largamente...<br />
<br />
Una suave claridad entró por el ventanal. Se incorporó. Su acompañante dormía profundamente; ¡ como todos los hombres satisfechos !... Para no despertarlo, en la salita se vistió lo más adecuadamente posible. Tomó sus pertenencias. Fue nuevamente a la habitación a echar una última mirada al dormido; ¡ni siquiera sé tu nombre!Puso el sobre con el dinero encima del velador y salió sin hacer ruido.<br />
<br />
Caracas, Julio 2002<br />
<span style="font-size: 85%;"><em>Ilustración: Viettriano</em></span></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-57370778135274211142011-06-24T19:34:00.008-04:302015-11-24T10:39:38.962-04:30Bajo la falda<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifhti1A9whQcDQHrcJv9YJBcztM-k5d8GkVyG_YkqLUcw932AKJaCBaUX0mhZ-cafpIuMqqrek_E85duMkMzJF9809Dz9WTvfmMT1D_8Y5ObUzxh1o892tOadppB3SV0Iy46HG/s1600/faldas-largas-208x300.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5621947283624693026" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifhti1A9whQcDQHrcJv9YJBcztM-k5d8GkVyG_YkqLUcw932AKJaCBaUX0mhZ-cafpIuMqqrek_E85duMkMzJF9809Dz9WTvfmMT1D_8Y5ObUzxh1o892tOadppB3SV0Iy46HG/s320/faldas-largas-208x300.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 208px;" /></a><br />
<br />
<div align="justify">
¡Me molesta! ver a las mujeres en minifalda y con las tetas al aire, que no dejan nada a la imaginación. Una amiga, dice que las muestran porque no son de ellas. Quizá tenga razón… Me desagrada la franelita corta con las barriguita al aire. Tampoco me gustan las mujeres empantalonadas… No, no piensen que soy retrógrado, tradicional o gay. Por supuesto que mis panas jodedores no me lo dicen tan finamente; ellos dicen que soy un maricón que no se atreve a salir del closet... </div>
<br />
<div align="justify">
</div>
<br />
<div align="justify">
No puedo ir contra mi naturaleza. Me gustan las mujeres tapadas, pero no por ello acepto, ni las monjas ni las musulmanas, aunque reconozco que tienen su morbo. Me refiero a mujeres mundanas, esas que vemos todos los días en la calle, en el trabajo, en el vecindario. Mis amigotes dicen que soy pendejo. No comprenden mis argumentos. Mis motivos tienen más que ver probablemente con alguna pulsión fetichista reprimida. Bien entendido, no le veo la gracia a que te metan por los ojos todo de una vez. ¡Se me asemeja a una vitrina de carnicería!<br />
Y estoy harto de ver tetas idénticas unas a otras. No hay expectativas. Ya sabes con lo que te vas a encontrar… A los machos nos catalogan de visuales, pero de tanto ver tetas, culos y piernones, llega un momento que uno no le para –¡ni se me para!- y se busca otra cosa. Eso es lo que busco. </div>
<br />
<div align="justify">
</div>
<br />
<div align="justify">
Me gusta adivinar, descubrir, imaginar. Qué habrá debajo de esa blusa con los primeros botones sueltos. ¿Las tendrá redondas o como aguacates? Cómo serán sus pezones, rosados, morenos. Las axilas, olorosas a recién bañada... Esas mangas largas, deben esconder unos brazos turgentes, de suave piel. ¿Tendrá lunares?... ¡Me excitan todos estos pensamientos! Y la falda a media pierna, qué puede esconder. ¿Usará liguero? ¿Con o sin pantaletas? ¿La tendrá afeitadita?… Es lo mismo que leer el menú del restaurante e imaginarse los platos. La falda larga, es lo máximo para mí. Cuando caminan –especialmente entaconadas- la falda se va amoldando a sus movimientos. Juega entre sus muslos. Entonces imagino que soy yo y no la tela quien va acariciándolos...</div>
<br />
<br />
<div align="justify">
Por la calle ni me ocupo en ver las chicas exhibicionistas que pasan a mi lado. En cambio, cuando veo venir hacia mí una mujer en falda ya comienzo a elucubrar. Luego al pasar y contemplarla de espaldas me invade una cierta melancolía por no abordarla y meterme bajo su falda… ¡sólo pensarlo me eriza la piel!</div>
<br />
<div align="justify">
<br />
Hay un mundo aparte bajo una falda ancha, donde quepo a mi placer: visión, sabores y olores distintos.... Para mí estar allí cobijado, equivale al paraíso. Veo, hurgo, saboreo a escondidas. Tiene un morbo entre sensual e ingenuo. Como cuando de pequeño me cubría totalmente con la sábana para masturbarme… Todas esas sensaciones se me vienen a la cabeza y trasciende el momento mágico, cuando me encuentro bajo una falda femenina.<br />
<br />
<br />
Caracas, junio 2011</div>
<br />
<div align="justify">
<em><span style="font-size: 85%;">Ilustración sacada de la web.<br /></span></em></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-61180731946249866782011-05-15T17:23:00.005-04:302015-11-24T10:40:23.428-04:30Ella en la vitrina<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQCOERvpDQ5ibLlNhfS5VayOdJn3kP6_sbRWZ-BTZS7RPH1-j9n_ABkraZmhqUf9nWIggMsoJq9zY0Dks-t0-KEO5-47od_weEk_cPTuWkBjfQnmKYG0j3WapgnRSnxwGeg6pr/s1600/moulinrouge.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5607065428185755682" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQCOERvpDQ5ibLlNhfS5VayOdJn3kP6_sbRWZ-BTZS7RPH1-j9n_ABkraZmhqUf9nWIggMsoJq9zY0Dks-t0-KEO5-47od_weEk_cPTuWkBjfQnmKYG0j3WapgnRSnxwGeg6pr/s320/moulinrouge.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 210px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 160px;" /></a><br />
<br />
<br />
<div align="justify">
Está allí, como un pez dorado solitario en una pecera. Ocupa la vitrina de escueto decorado: cortinajes y una silla. Trabaja sólo en las noches, en uno de esos sitios de mala muerte donde van hombres, también de mala muerte, a ver las mujeres desnudarse. Dice que para costearse los estudios. El principio no tenía muchos clientes, pero se corrió la voz.<br />
<br />
Alta, delgada, pelo claro, bien parecida. Poco maquillaje, muy natural. No baila, no se cuelga de un tubo, no se contorsiona... Su rutina es muy simple: totalmente desnuda, con unos llamativos lentes y un libro en la mano da una vuelta por la vitrina, luego se sienta y lee en voz alta con la entonación debida, novelas eróticas. A veces fuma una pipa perfumada. Totalmente ajena al influjo que su voz tiene sobre quienes la observan: algunos se masturban, otros la acarician a través del vidrio, otros responden con palabras soeces a lo que van escuchando… Se hace llamar Anaïs, como la escritora. En sus comienzos no iba nadie a verla. En cambio ahora tiene su clientela fija. Ha tenido que ordenar las lecturas –cambia los lentes a medida que cambia los títulos- para que sus clientes no pierdan la ilación de los capítulos: hoy <em>El amante de Lady Chaterly</em>, mañana <em>Las edades Lulú,</em> la próxima semana <em>Ceremonia de</em> <em>mujeres…</em>y así transcurrieron cuatro años.<br />
<br />
Ya desapareció de la vitrina. Ahora trabaja en su tesis de grado, por supuesto en un tema que bien conoce: literatura erótica francesa. Graduada comienza a dar clases en un liceo. El primer día que estuvo frente al alumnado sintió un deseo irreprimible de desnudarse.</div>
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Caracas, mayo 2011<br />
<em><span style="font-size: 85%;">Ilustración sacada de la web</span></em>.</div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-21244360860362393422011-04-01T18:45:00.010-04:302015-11-24T10:44:11.025-04:30Olympia<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5Aj8hrARiSVQInRshYmhPxwjEEe_bggbX9hE1TEPgNirRhs3ELwkwxr1tSwcA5eVWP93_071miPy6KBpf66IXDcRetwg2b5fkvrnl94XQiEEvxNSYB_w_ohlqcTPtkgIsCi7p/s1600/0lympia_1863.jpeg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5590759059456719442" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5Aj8hrARiSVQInRshYmhPxwjEEe_bggbX9hE1TEPgNirRhs3ELwkwxr1tSwcA5eVWP93_071miPy6KBpf66IXDcRetwg2b5fkvrnl94XQiEEvxNSYB_w_ohlqcTPtkgIsCi7p/s320/0lympia_1863.jpeg" style="cursor: hand; display: block; height: 214px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><br />
<br /><br />
<br />
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Recostada entre almohadones, sin recato alguno. Desafiante. Provocativa. Sensual...Evoca una odalisca yacente, sobre un mantón oriental. Totalmente desnuda, sólo una ínfima parte del bello cuerpo cubierto: el cuello, con una cinta negra. Se dejó una zapatilla de tacón, para un toque de fetichismo. Un toque coqueto: en el cabello recogido la orquídea. Una flor con connotaciones eróticas: la vulva, y un brazalete metálico en el brazo derecho. Su otro brazo reposa sobre el terso vientre. La mano oculta delicadamente el pubis. Sin actitudes vergonzantes, demuestra quien es: una cortesana de alto vuelo en el Paris de l800… El rostro de Olympia refleja altivez: ve con descaro al espectador, como si de un cliente se tratara. Maliciosamente retadora… La composición incluye además: la mucama de turbante, negra y rolliza quien carga un bouquet de flores, quizá obsequio de algún cliente y el gato negro que se despereza a los pies de su ama… </div>
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Olympia fue real, vivió y tuvo mucha notoriedad y cierta influencia en los círculos sociales de París. Pero esa notoriedad no sería suficiente para pasar a la posteridad. Siempre estará en deuda con <em>Edouard Manet,</em> quien la convertirá en su modelo favorita y la presenta en varias de sus pinturas. La obra como tantas otras del impresionismo fue rechazada y vilipendiada como escena de burdel... Descolgada del Salón de París, finalmente –con escándalo y todo- se exhibió en la Exposición Universal de 1889. Con el correr de los años ahora está privilegiadamente situada en el <em>Museo D´Orsay...</em> Manet aparte de pintor impresionista, era un pequeño burgués muy apegado a los cánones de comportamiento de su clase: un señor muy elegante, cuidadoso de su físico y del entorno social donde se desenvolvía. Especialmente atento con las damas. Lo que se dice un hombre encantador, un <em>flameur</em>… ¿Hasta dónde llegó su adoración por Victorine Meurent –así se llamaba la modelo- que con su maestría la reflejó tan hermosa y sexualmente apetecible?… O la escudriñó Manet, bajo su mirada de pintor, como una vestal digna de preservar… Quizá en la pintura reflejó el goce que obtenía con sólo mirarla... Acaso su relación sería puramente profesional... ¿La profesión de ella o la de él ? </div>
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El poeta <em>Paul Valery</em> le dedicó unas frases que refleja el influjo que desató Olympia en los hombres que se detuvieron ante el cuadro: “<em>La pureza de un trazo perfecto esconde a la Impura por excelencia, aquella cuya función exige la ignorancia sosegada y cándida de todo pudor.”</em> El escultor Rodin manifestó: “<em>Una mujer que se desnuda es una imagen fulminante, como el sol que traspasa las nubes” ... </em>Más recientemente Foucault dijo de ella: <em>“Nuestra mirada, aporta la luz… Nosotros somos por lo tanto responsables de la visibilidad y de la desnudez de la Olimpia. Todo espectador se encuentra por lo tanto necesariamente implicado en esta desnudez. Se ve cómo una transformación estética puede provocar el escándalo moral.”</em>A través del tiempo Olympia no ha pasado desapercibida, si este era el objetivo, se ha logrado. Aparte de los estudios críticos sobre la pintura, se han realizado acerca de ella, análisis semióticos, que ya es mucho decir. ¡Nunca imaginaste Victorine que trascenderías con tal alcance! Tú una <em>cocotte</em> cara, pero puta al fin. Una interrogante que llama la atención es por qué el artísta no utilizó el verdadero nombre de la conocida modelo, para titular su obra. Quizá Manet deseó homenajear a otra omónima: <em>Olympia de Gouges,</em> quien en plena revolución francesa solicitó "<em>Los derechos de la mujer y la ciudadana</em>", pero los tales "revolucionarios" muy "ilustrados" ellos, no dejaban de ser machistas y prefirieron enviarla al cadalso.</div>
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¿Qué moviliza hoy Olympia en el espectador ? En esta época de revistas <em>Play-boy</em> y pornografía pura y dura donde nada se deja a al imaginación, factiblemente Olympia -desde el punto de vista erótico- pase sin pena ni gloria, aparte de destacar la belleza de su cuerpo femenino. No obstante para mí no ha perdido su atractivo estético ni sexual... Olympia nos sigue retando: nadie pasa delante de ella sin detenerse, para bien o para mal... </div>
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Caracas, marzo 2011</div>
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<em><span style="font-size: 85%;">Ilustración tomada de la Web. </span></em></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-89019751132125077302010-12-13T19:10:00.009-04:302015-11-24T10:44:41.118-04:30En los probadores<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJc9bNk1yadO1ZH6qlfH9MZsRlWKUjSk1yr3Hc_hhssD2JMN_yluUbTnsahz2o-0y58QdCHvyPemVhrvaNgKn8mBzCZS3Sn3fz_Dg3NzHkvMuvUqx0zDUMF5G2bNczxh9dUNDc/s1600/jack_vettriano_the_blue_gown.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5550317250666521058" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJc9bNk1yadO1ZH6qlfH9MZsRlWKUjSk1yr3Hc_hhssD2JMN_yluUbTnsahz2o-0y58QdCHvyPemVhrvaNgKn8mBzCZS3Sn3fz_Dg3NzHkvMuvUqx0zDUMF5G2bNczxh9dUNDc/s320/jack_vettriano_the_blue_gown.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 251px;" /></a><br />
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¡Esta vez no me pude escapar..! le prometí a Julieta regalarle la pinta de las festividades navideñas; encima que le voy a meter el tarjertazo al gasto, ella quiere que la acompañe a la tienda para efectuar la escogencia… ¡Qué ladilla! </div>
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Llegamos a la boutique. Julieta escogió una de esas que llaman de “alta costura”. Nos hicieron pasar a un saloncito alfombrado, con cortinajes, espejos y un sofá; en frente varios probadores. Me ofrecieron café. Armado de paciencia me senté –supuse que la cuestión era para largo- mientras mi mujer, junto con una vendedora que le mostraba más y más vainas, escogió un montón de miriñaques de los estantes y colgadores y se los llevó al probador. Mirando para todos lados, de pronto observé lo que sucedía en el cubículo contiguo al de Julieta… La dependienta traía a la persona que estaba dentro, una inimaginable variedad de ropa intima: sostenes, ligeros, pantaletas, dormilonas de encajes o transparentes; negros, blancos, rojos; combinaciones… A medida que la mujer se media la ropa íntima, iba lanzando aquello que no quería por sobre la puerta del probador y caía sobre la alfombra.</div>
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La cuestión me intrigó y me puse a elucubrar... ¿Quién será esa tipa?. No debe ser una ama de casa. Mi mujer no compra esas cosas; la muy insulsa duerme con franela... Esta debe ser una mujer de clase, además sensual: soltera, quizá una stripper, o será una puta... ¿Cómo será? Rubia sin duda y con melena: no muy joven, alta, estilizada, con unas buenas tetas y un culo apetecible... Cerré los ojos y me recosté en el diván. Me gustaría conocerla, tener un encuentro sexual del carajo con ella… Me la tiro sin condón para sentir su vagina tibia y jugosa... Debe ser buena en la cama: desnudarla ¡ojalá no tenga el coño afeitado, para saber si es rubia natural!... Si tiene tetas de silicona no me importa. Lo importante es gozarla… Una mujer así debe ser de las que te montan y piden más: házmelo por aquí, métemelo por allá; hazme lo otro…¿Quieres que me lo coma?, si mamita, anda… ¡Un polvo de esos inolvidables, no joda!... </div>
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Eloy mi amorcitico, escogí esto. ¿Te gusta, te parece?...Volví a la realidad. Si mija; ese te queda muy bien… Julieta entró nuevamente al probador a cambiarse de ropa. Cuando salió me tomó del brazo; ahora vamos a buscar los zapatos… Estando en la caja, mientras pasaban la tarjeta y metían en bolsas la compra de mi mujercita, vi de reojo hacia el saloncito de probadores: salió una señora gorda, luego dos mujeres comunes y corrientes que conversaban. La rubia de mis sueños no salió nunca...<br />
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Caracas, dic.2010<br />
<em>Ilustración: Vettriano </em></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-33379657229057679182010-06-25T18:26:00.011-04:302021-08-25T16:03:19.193-04:00El cantar de los cantares<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibJBPvqCqY0gDUD4D0wRUNWCSCRkGYLo0qAJGt1BsJYECKqewUVu0y-NyKltnoAWOp10FFjROm526p7rPkUq2N5mncf_qygKs0RUx-tV-3F39JIc4-dm7ZDrvIMWJVwjY_hGzg/s1600/Moreau_4.jpeg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5486852439956507906" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibJBPvqCqY0gDUD4D0wRUNWCSCRkGYLo0qAJGt1BsJYECKqewUVu0y-NyKltnoAWOp10FFjROm526p7rPkUq2N5mncf_qygKs0RUx-tV-3F39JIc4-dm7ZDrvIMWJVwjY_hGzg/s320/Moreau_4.jpeg" style="display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 214px;" /></a><br />
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<em>¡Oh, si él me besara con besos de su boca!<br />Porque mejores son tus amores que el vino.<br />(Cantar de los cantares. Capt.1)</em><br />
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Larga fue la travesía de la caravana por desiertos sofocantes y áridas montañas para llegar a su destino. Una caravana tan larga y apertrechada sin duda pertenece a un personaje muy principal; es Balkis reina de Saba, que se dirige a visitar a Salomón rey de Israel. Al llegar a su destino, la señora se instala en los aposentos que el monarca destinó para ella y su comitiva, en un ala del magnífico palacio.</div>
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A la mañana siguiente, el ministro de la reina visita a Salomón en su trono donde está rodeado de su séquito. Dice: !Oh rey de reyes! mi señora no podrá veros hoy y os agradece que aceptéis estos dátiles, este marfil y este cofre de joyas en señal de disculpa. Los obsequios fueron acogidos y se retiró.</div>
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Nuevamente el ministro se presentó ante el rey a la segunda semana, diciendo: !Oh gran monarca! mi señora ruega que la disculpéis por no asistir hoy ante tu presencia y en señal de su agradecimiento os envía estos tapices y estas alfombras. El rey, no del todo complacido y entre recriminaciones a lo que considera una falta, acepta los regalos.</div>
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A la tercera semana, el hombre acude ante el monarca, acompañado de una bella y joven esclava y dice: Honorable señor, mi reina no puede asistir hoy ante vos, pero agradece que toméis a esta hermosa muchacha para vuestro placer, pero con la condición de que sea devuelta al día siguiente… Salomón encantado ante la presencia de la bella accede gustoso. Así durante las semanas subsecuentes, el ministro llevó una esclava diferente a Salomón como obsequio de su reina; siempre con la condición de que fuera devuelta. En total tres esclavas fueron y vinieron del lecho del rey a los aposentos de la reina de Saba. Pasado este tiempo, Balkis reúne a las tres mujeres y las interroga: Qué tal fue el desempeño del rey. A lo que respondieron: Torpe, apresurado y egoísta.<br />
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Intempestivamente una mañana Balkis anuncia su visita y se presenta ante Salomón y su corte con todos sus ministros. Discuten asuntos de estado: comercio y tratados. El rey quedó impresionado con esa mujer que además de hermosa, es inteligente, astuta y sabia.</div>
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La reina no apareció más por el palacio, pero continuó enviando a sus tres esclavas. Ellas pacientemente enseñaban al rey el antiguo arte amatorio que conocían las mujeres de su raza. Una se dedico a los besos, caricias y juegos. Otra a masajes, abluciones y olores y la última a posiciones y trucos para prolongar el place. A veces pasaba la noche con todas juntas...Cuando el complacido Salomón inquirió .¿Dónde habéis aprendido esto? En la cama de nuestra reina, respondieron.</div>
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El rey pasó largas meses entre los brazos y piernas de las esclavas, mientras los ministros se ocupaban de los asuntos de estado. Lo que lo intriga sobremanera y no deja de perturbarlo, es que la reina no se deja ver.Así pensaba frecuentemente en ella y por las noches la soñaba. ¡Balkis, pretendes enloquecerme! Llegó a desearla de tal manera que tenía poluciones nocturnas soñando con la reina. </div>
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Cuando todos los asuntos oficiales, estuvieron encaminados, la reina reunió nuevamente a sus tres esclavas y preguntó: Y ahora, cómo se desempeña Salomón. Todas estuvieron acordes en señalar que el rey había efectuado notables avances en asuntos del lecho. Esa misma noche –sin ser anunciada- se presentó en solitario ante Salomón. Pasaron una deliciosa velada. Sorbieron vino y conversaron sobre arte y filosofía. La reina se mostró sensual y coqueta. Danzó y cantó al compás de un pequeño tamborcillo; pero muy por el contrario a lo que el rey esperaba, se retiró sola a sus aposentos.<br />
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Salomón estaba totalmente ensimismado con Balkis; no recordaba haber deseado tanto a una mujer. El a quien le sobran concubinas, está totalmente desesperado por yacer con la reina de Saba. Una de esas noches de insomnio y deseos sexuales complacidos en solitario, Salomón dejó su lecho. Atravesó patios y albercas para llegar a la cámara de Balkis. Con sumo cuidado, sin hacer ruido empujó la pesada puerta y penetró en la recámara donde se extinguía el incienso y la reina dormía. Junto a la cama –en la penumbra- vio la exquisita criatura desnuda envuelta en velos. Discretamente se desviste y se escurre a su lado. Balkis al sentirlo se vuelve; aparta sus velos, cubre a Salomón con su pierna y le susurra ¿Estás listo para mi?<br />
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Caracas, junio 2010 </div>
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<em><span style="font-size: 85%;">Ilustración: G. Moreau</span></em></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-31352525665457949992010-05-29T14:49:00.008-04:302015-11-24T10:47:03.739-04:30En el Metro<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyyIzuWDeSzTuuOS52dSByOUrp5i-ODPnH4YWqC_K_n8_GHCVE4pGOMtvD1ABx8d1oRpc7M-eKIFXZkaXP3c_1NX5qALH28evBVT-YCWMfzY9XF0WdAZnxIzXMI1Gr7mNqLH4K/s1600/calatos-metro-londres-03.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5476774783824097634" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyyIzuWDeSzTuuOS52dSByOUrp5i-ODPnH4YWqC_K_n8_GHCVE4pGOMtvD1ABx8d1oRpc7M-eKIFXZkaXP3c_1NX5qALH28evBVT-YCWMfzY9XF0WdAZnxIzXMI1Gr7mNqLH4K/s320/calatos-metro-londres-03.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 266px;" /></a><br />
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Cuando subió al vagón, ellas ya estaban allí. Ocupaban dos asientos una al lado de la otra. Se sentó en frente. A esa hora el metro no está abarrotado. Las chicas lo miraron, con cierta indiferencia... El las observa: deben tener unos catorce o quince años. Ambas morenas: con sus falditas de colegialas, blusas y tobilleras blancas, con sweter azul y el pelo recogido en una coleta.<br />
Luego de unos minutos, las chicas al unísono –sin hablarse- sacan sendos libros de sus mochilas y simulan leer. De pronto exageradamente cruzan las piernas. Las cortas faldas dejan ver los torneados muslos… ¡Será cierto lo que vi! No tienen ropa interior… ¿lo vi, o lo imaginé?...</div>
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Las chicas siguen inmersas en sus libros. El hombre confundido esboza una risita nerviosa sin saber dónde mirar…Se repite la operación; esta vez descruzan las piernas y las dejan exageradamente separadas. Efectivamente, no llevan bragas… Inquieto disimula, pero finalmente opta por deleitarse fisgoneando. Alternativamente, las colegialas dejan ver u ocultan el centro de interés del pasajero. El comienza a sonreír y a elucubrar con esos tiernos pubis tan cercanos... Una lanza un lapicero al suelo: al recogerlo muestra sus torneadas nalgas y algo más. La erección se hace inminente… Parece que esto las complace ya que llegado este momento, cierran los libros y con descaro lo miran directamente. Las chicas continúan en su exhibición acompasadamente, abriendo y cerrando las piernas… ¡Se me va a pasar la estación!... De pronto guardan los libros. Le sonríen con un guiño y apresuradas bajan del vagón…<br />
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Caracas, junio 2010</div>
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<em>Ilustración tomada de la web.</em></div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-18122546772366671022010-05-09T15:22:00.005-04:302015-11-24T10:48:05.041-04:30Brevísimo<em>Papanicolau</em>: ¿Es un presocrático o un precancerígeno..?<br />
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<em>Libros de alcoba</em> : Son esos tan pero tan eróticos que en vez de prefacio tienen prepucio..<br />
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<em>En la ópera</em>: Después de tanto sufrir se percató de que sólo era un fantasma.<br />
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Caracas, 1999América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-31604663876043842232009-08-25T17:32:00.017-04:302015-11-24T10:48:40.113-04:30Voyeurismo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCttNvNhZ0vgEGMUJaK_130YFr7PIyuBFYzvDOU4CJihx3_bNzTKvuvU7VR1y3nqI1W0lK_wrQBUVVFTETmlF3y094OoGkCnapSv7BLjsYg7Gs3qkKTwPLGbVVrYF4lt6tCjkT/s1600-h/dali-muchacha_en_la_ventana.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5375510217762315378" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCttNvNhZ0vgEGMUJaK_130YFr7PIyuBFYzvDOU4CJihx3_bNzTKvuvU7VR1y3nqI1W0lK_wrQBUVVFTETmlF3y094OoGkCnapSv7BLjsYg7Gs3qkKTwPLGbVVrYF4lt6tCjkT/s400/dali-muchacha_en_la_ventana.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 400px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 284px;" /></a><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhs5Cv8rPfK4lLOKOadnrVEQGaL5EynBu5UBgLijzGpIe6xhPGKp3K1abhmAkrUCpWNrPhew0vQnTYCscfd1ypOJ575PHr8k4dWAjnZIlwcqzoSHYwIFAwVqixxr5wi5nP35dMJ/s1600-h/Vettriano_3.jpeg.jpg"></a></div>
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Me mudé a este apartamento más que todo por la vista. Es relativamente pequeño, aún así cómodo. Desde mi ventanal veo en panorámica la bulliciosa ciudad. El barrio, los edificios, los apartamentos. Especialmente me gusta escudriñar de noche qué hace la gente en su casa. Semeja cuadros de una película de cine mudo. Por ejemplo, aquel señor que todas las tardes llega del trabajo, pasa por la panadería a comprar el pan y sube a su piso, donde indefectiblemente lo espera su mujer con la mesa lista para la cena; o las chicas de la peluquería –coquetas y bulliciosas- en la tarde al terminar sus labores van al bar-restaurante de la esquina, para tomar una copa, fumar un cigarrillo y conversar con los clientes; y el joven que tiene el kiosco de periódicos en los bajos del edificio donde habita... Es un flaco, amigo de todos en el barrio; y la dama del edificio de la otra esquina –esa construcción es una de las que más me gusta, por su estilo <em>art decó</em>- vive en un segundo piso, con un caniche que saca dos veces al día, para que deposite sus inmundicias en la vía por donde tocará pisar a los demás; o los tres chicos estudiantes –con pinta de extranjeros- en la buhardilla de uno de los edificios. Un hombre barre la cuadra diariamente; le toma medio día. Supongo que después se va a barrer a otra parte. ¡Es impresionante lo rutinario que somos los humanos! y con una puntualidad pasmosa. Me incluyo; fisgoneo a todos desde mi ventana en penumbra. </div>
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Repetidas veces el chico del kiosco aborda –infructuosamente- a una de las chicas de la peluquería. Regordeta ella, o mejor decir entrada en carnes, muy blanca, de pelo negro y sonrisa jovial. A mi nunca me sonríe ya que poco me la he tropezado; pero al chico del kiosco sí. Se lo pone difícil: practica el viejo truco del tira y encoge... El chico le sigue el juego con la esperanza de que alguna vez la convenza de subir al apartamento. Tanto va el cántaro al agua... </div>
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Los veo en su sala, conversan, escuchan música (supongo, porque no llego a oír). El desaparece de mi vista y regresa con dos copas y una botella de vino; brindan. Ambos dan largas al asunto: desplazan el momento, aumentan el deseo. Esa noche no pasó de allí. Me fui a dormir aburrido ya que esperaba más acción.<br />
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A la semana siguiente, casi me pierdo el espectáculo, porque me retiré momentáneamente del ventanal. Finalmente el asunto llegó a término entre la chica peluquera y el chico del kiosco. Todo sucedió de noche, en el diván de la sala –para mi beneficio- de lo contrario si se desplazan me pierdo el espectáculo. El chico parece ser ducho en el asunto, o quizá muy considerado con la chica; ¿será acaso su primera vez? La sienta en sus piernas y parsimoniosamente, con suavidad, entre besos y caricias, la va desvistiendo. Ella no participa mucho en la maniobra, pero eso no es impedimento para que el hombre continúe en su labor. Ahora está a medio vestir –en paños menores- y él desnudo completamente. Indica a la chica los pasos a seguir para que le haga una felación; ella no se opone. ¡Me desconcierto! ¿Era neófita o se hacía? Por la cara del joven lo está haciendo muy bien. Ya desnuda ella, ambos se entregan a todo tipo de juegos amatorios: arriba, abajo, de lado, a la inversa. Llega el momento de colocarse el condón; todo está adecuadamente listo para la final penetración que se lleva a término. Una coyunda ancestral que dura minutos se declara. Jadeante, reposa sobre ella. Luego la chica se incorpora, recoge sus ropas y sale de mi vista... El todavía permanece laxo en el sofá. Después de unos minutos, regresa bañada y vestida. Le alcanza una bata de baño. El se levanta y cubre. Intuyo que se despiden: se besan, la acompaña hasta la puerta y queda solo. </div>
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Las citas se suceden todos los viernes. Casi siempre se repite la misma acción: recibimiento amoroso, copas, música y sexo. La chica nunca se queda a pernoctar. Este último viernes ocurrió algo fuera de lo común: parece ser una discusión por lo airado de los gestos del muchacho. La chica también discute. Ahora ilumina sólo la lámpara de mesa del salón. El joven desaparece de mi vista, para regresar luego de un momento... La chica permanece sentada y llora. Toma a la chica por un brazo, la obliga. Ella se debate. Ambos salen de mi foco visual... Pasa el tiempo; la muchacha no ha salido del apartamento ¿Se quedaría a dormir esa noche?... ¿Sería ese el motivo de la discusión?.. Luego de dos horas -la verdad es que cabeceaba del sueño- una sombra cruzó el salón y apagó la luz... Me fui a dormir.<br />
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La mañana del sábado, ambos nos levantamos temprano: el joven y yo. Se asoma a la ventana...escudriña a todos lados. ¿Acaso notó mi presencia ? Está arreglado y lleva una maleta consigo. No veo a la chica por ninguna aparte... ¿Saldría mientras dormí? Pienso si la situación es como para reportarla a la policía. ¡Exagero! es sólo una discusión de enamorados. Además me pondría en evidencia. Mejor esperar a ver cómo se presentan las cosas…<br />
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Amanece el lunes y la rutina del barrio igual, salvo el kiosco de periódicos que está cerrado. No he visto a la chica aún. El martes el puesto de periódicos está abierto y el joven atiende a los clientes. En la tarde, salen las bulliciosas muchachas de la peluquería y van como de costumbre, al bar-restaurante. Noto que el grupo está incompleto.<br />
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Todavía no me animo a ir a la policía…<br />
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Caracas, agosto 2009</div>
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<em><span style="font-size: 85%;">Ilustración: Dalí</span></em> </div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-41846460525875555952009-03-17T17:41:00.024-04:302015-11-24T10:49:12.653-04:30El manantial<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX6UN_6WGQDrCD9pOhKM5m3jQbIEwVGlEN1mEdIZ8ARpXSnPjmP-Pz5vw-dj0UevRIpqfEPA52_lJUPygqmue2FacbbhvFsUqy9CzC5kXakl8Cn1hz8QkEqIsgWMXjqDpav9np/s1600-h/vettriano21aa.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5314283501834417954" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX6UN_6WGQDrCD9pOhKM5m3jQbIEwVGlEN1mEdIZ8ARpXSnPjmP-Pz5vw-dj0UevRIpqfEPA52_lJUPygqmue2FacbbhvFsUqy9CzC5kXakl8Cn1hz8QkEqIsgWMXjqDpav9np/s320/vettriano21aa.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 256px;" /></a><br />
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Sin ser una belleza Mónica tiene una nutrida clientela. Tampoco es que sea una jovencita, empero posee una glamorosa apariencia. Su cuerpo es aún lozano aunque ligeramente desproporcionado. Los pechos pletóricos, con pezones como botón de rosa y oscuras aureolas, son muy grandes para el resto de la estructura que los soportan. Se cuida; se alimenta adecuadamente. Sabe que de ello depende la calidad de su desempeño, por tanto tampoco practica sexo -ni siquiera oral- ni sádico-masoquista. Ninguna de esas prácticas forma parte de su quehacer. Fornica por placer y con quien quiere cuando desea satisfacerse. Sus acompañantes son selectos. Atiende a hombres maduros: carentes, nostálgicos, anhelantes. Ella sabe esperar a los más jóvenes; ya les llegará su momento. Aún así –a pesar de tantas reservas- es una de las más solicitadas de la “casa” y por su exquisito servicio cobra elevados emolumentos.<br />
<br />
Mónica no hace acrobacias en la cama. Simplemente se tiende –envuelta en su bata china- al lado del hombre que amorosamente amamanta…<br />
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Caracas, marzo 2009</div>
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<em>Ilustración: Vettriano</em></div>
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América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-17034840842858881042009-01-10T12:38:00.018-04:302015-11-24T10:49:59.612-04:30El pozo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLXZrzqxv7KIQSfjbFBy2BUe1GHTOLAXS1Ldz_Cc5SaNsA_3hrUqgzslh7bhvpg5tWgeGH5dGmnt8c8hyphenhyphenSAi3BUsnHNsDtnMNW9hYq02ocR8w1K-g4uxME4D4CKcwtNpqmLV-u/s1600-h/lugar02.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5289713776331733106" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLXZrzqxv7KIQSfjbFBy2BUe1GHTOLAXS1Ldz_Cc5SaNsA_3hrUqgzslh7bhvpg5tWgeGH5dGmnt8c8hyphenhyphenSAi3BUsnHNsDtnMNW9hYq02ocR8w1K-g4uxME4D4CKcwtNpqmLV-u/s320/lugar02.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 213px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><br />
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Asunción tornaba de llevar el almuerzo a su marido allá en el campo, donde el hombre se deslomaba para sacar algo provechoso de la árida tierra. Acalorada, no pudo aguantar la curiosidad cuando vio el pozo de agua fresca y transparente, donde se reflejan las ramas de los árboles circundantes y un tenue rayo de sol... La hora calurosa era propicia para el refrescante baño. Increíble que nunca hubiese tomado por ese camino solitario; que nunca hubiese visto esa maravilla…<br />
<br />
Bajó el corto terraplén que le permitía llegar a la orilla. No aguantó la tentación; colocó la canasta vacía sobre una roca. Se despojó de su camisón floreado y desnudita, de a poco, fue entrando en el pozo. La piel se le erizó como carne de gallina; que rico era chapotear en el agua fresca, que le recorriera los muslos, la cadera, los pechos. Sentía sus pies escarbar en el légamo. Tan placentera sensación la hizo canturrear. Un sapo, saltó del agua a una roca y comenzó a croar. Asunción se carcajeó; siguió canturreando y el sapo parecía responderle. De pronto, sopló una fuerte brisa. Cayeron hojas de los árboles y se esparcieron sobre la superficie del agua agitadas por un remolino. Asustada, cruzó sus brazos para contrarrestar el escalofrío y salió rápidamente hacia la orilla. No llegó a colocarse el camisón. El sapo se le puso enfrente. Comenzó a croar durísimo y a inflarse. Un sopor invadió el ambiente... Lo único que se escuchaba era el croar de la bestia que crecía y crecía. El sapo transformándose hasta adquirir conformación humana se le abalanzó. Los gritos de Asunción no se escuchaban, no por que no los emitiera fuerte, sino porque ella misma no se oía. Sólo cuando estuvo saciado, el hombre-batracio la dejó allí tirada: extenuada, lastimada, aterrorizada, como para no verlo evaporarse.<br />
<br />
Cuando finalmente llorosa logra ponerse el camisón y sus chanclas; recoge su canasta. Sube por el terraplén y ve una tabla clavada a un árbol, que a manera de cartel y en letras mal definidas señala: Pozo del hechicero.<br />
<br />
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Caracas, enero 2009 </div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-5111249129928824342008-11-22T13:15:00.017-04:302015-11-24T10:50:26.533-04:30Una tarjeta de presentación<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzy2Eesb1CCR816HWiqySZ0GfXvRRtK-LcvNm0rwGYdLXiCT0XRRtHt8eldNhNK7Glc0JPwy8WYrYH6N8PwZgkibCVKaDJ6IdvLfJO2flnPDXC0JEaqTBXR_qiD3hkeLiQUaRx/s1600-h/Vettriano_14.jpeg.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5271540561124447890" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzy2Eesb1CCR816HWiqySZ0GfXvRRtK-LcvNm0rwGYdLXiCT0XRRtHt8eldNhNK7Glc0JPwy8WYrYH6N8PwZgkibCVKaDJ6IdvLfJO2flnPDXC0JEaqTBXR_qiD3hkeLiQUaRx/s320/Vettriano_14.jpeg.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 282px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 320px;" /></a><br />
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Diga, habla Armando ¿quién llama?. El auricular devolvió una voz femenina que dijo: por los momentos prefiero mantenerme de incógnito. Como guste, respondió Armando. Obtuve su tarjeta fortuitamente y me arriesgué a llamarlo. ¿Le molesta? Bueno, no es lo acostumbrado. Siempre me refieren mis clientes. Soy una clienta en potencia y me gustaría conocer más detalladamente sus servicios y tarifas. Verá usted, soy un chico sano y de muy buen físico. Instruido, puedo mantener una agradable conversación. Me visto elegantemente; tengo vehículo y apartamento propio. ¡Ah que bien!, dijo ella. No sé si ya conoce de mis habilidades. ¡No, en verdad no mucho! Entonces déjeme decirle que no tengo ningún tipo de prurito ni inhibiciones sexuales. Atiendo todas las peticiones: mujeres solas, parejas de todo tipo, tríos, hombres. Eso si gente mayor de edad; nada de fotografías ni videos y mucho menos drogas que irían contra mi físico y salud; además para evitar complicaciones legales.<br />
<br />
¿Y se alquila usted por horas, toda una noche, un día completo y fines de semana? Si tengo disposición. Hay que consultar mi agenda y ponernos de acuerdo. Puedo actuar como acompañante y llevarla a cenar, a un teatro o cine. Yo la recogería en mi BMW para que no tenga usted que manejar. Si desea prolongar mis atenciones, podemos pernoctar en mi apartamento. Me parece bien. ¿Estaría usted disponible para el próximo miércoles en la noche? Deje ver mi agenda. Sí, efectivamente estaré libre. ¿Desea usted que pase a recogerla? Mejor no, encontrémonos en un restaurante, a eso de las 21, ¿le parece ?. Por favor tome las señas. Iré de traje colorido, chaqueta negra y una orquídea de<em> corsage.</em> Bien, muy bien dijo Armando. Nos vemos y en caso de cualquier inconveniente que se presente, por favor llame a mi teléfono móvil.<br />
<br />
Así comenzó toda la aventura de Magaly. Se preparó y un poco antes de la hora señalada de ese miércoles, ya ocupaba una pequeña mesa en un restaurante francés en las afueras de la ciudad. Armando llegó puntual. Elegantemente vestido pero sin afectación. Llevaba una rosa en la mano. No tuvo problemas en localizarla. Al momento de las presentaciones le dijiste tu nombre: soy Magaly. El muy galante te beso la mano y te entregó la rosa. Siéntese por favor. Luego las cosas transcurrieron como transcurren en los restaurantes: los atendió el <em>maitre</em>: bebieron un aperitivo, cena acompañada de vino francés, el postre y el <em>pousse-café.</em> Verá Armando, soy casada y no tengo mayores ocupaciones, aparte de mis actividades benéficas. Mi marido es un empresario muy exitoso. Yo estoy por terminar mi carrera y aunque me gradúe no pienso dejar mi negocio. Claro, hasta que la edad y la demanda me retiren de circulación, dijo chistoso.<br />
<br />
La velada transcurrió deliciosamente. Ya se tuteaban como viejos amigos. Al momento de pagar, Armando fue muy galante y dijo: por ser nuestro primer encuentro esta noche va por mi cuenta. Se despidieron y cada quien tomó por su vía. Quedaste maravillada con Armando. Uno de esos hombres que sin ser un galán de telenovela, es varonil y encantador. ¡Eso es lo que tiene, <em>charme</em>! Si es estudiado lo aprendió muy bien. ¡Conoce su oficio el tipo! Creo que valdrá la pena pagar esas altísimas tarifas...<br />
<br />
El segundo encuentro se extendió como era de esperarse. Luego de ir a cenar y bailar a un lugar de moda, Armando te llevó a su <em>garconier,</em> en un elegante condominio. Ponte cómoda dijo, mientras servía unos tragos. En el lecho demostró el dominio de su oficio. Definitivamente Armando aparte de estar bien dotado, sabía cómo hacer disfrutar a su pareja. Es de esos amantes que procuran el placer del otro. Armando es muy sensual. ¡Un amante de verdad!, sin complicaciones sentimentales, pensaste. Y qué si le pago, total tanto dinero malgastado. ¡Este será el mejor invertido! Al amanecer tomaste tus ropas, y calladamente -mientras él aún dormía – antes de salir, colocaste el cheque correspondiente y una nota en la mesita de noche:<br />
<br />
<em>Querido Armando,<br />Gracias por tan deliciosa noche. En verdad necesitaba reencontrarme con la mujer que fui y que con tu desempeño supiste despertar.<br />Te llamaré próximamente.<br /><br />Magaly<br /><br />Pd: Tu tarjeta de presentación la obtuve hurgando en la cartera de mi marido.</em></div>
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<em><br /></em>Caracas, 2000 </div>
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Ilustración: Vettriano </div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-55160552237518979282008-10-21T15:22:00.007-04:302015-11-24T10:51:18.028-04:30La niña Quina y su azaroza circunstancia<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi749TY490E4IaPOunkmP_G5oPQOt6wDk1qOKr2vljkwhrfhvFdg922kHtxAJwtPZtlMK3Dtq34EagiiBtyv0l7rCUTcYET-jnzK3POtxmevMDvgVlML48Lp3CLAAhDEWAogaAF/s1600-h/fumando+espero.jpeg.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5280853047776501778" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi749TY490E4IaPOunkmP_G5oPQOt6wDk1qOKr2vljkwhrfhvFdg922kHtxAJwtPZtlMK3Dtq34EagiiBtyv0l7rCUTcYET-jnzK3POtxmevMDvgVlML48Lp3CLAAhDEWAogaAF/s320/fumando+espero.jpeg.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 320px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 226px;" /></a><br />
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<em><span style="background-color: white;"><b>Folletín en doce capítulos, que puedes leer a continuación:</b></span></em><br />
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Caracas, enero 2006</div>
América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-7603130089584575862008-10-21T15:19:00.013-04:302015-11-24T10:52:39.499-04:301 La increíble y triste historia de...<div align="justify">
Joaquina anda rodando por esos mundos de Dios, desde hace tiempo. Es una chica decidida para su edad. Tanto que primero optó por salir de su Boconó natal, abandonar los páramos para irse a la capital del estado en busca de mejor vida. Pero en unos meses, Trujillo le quedó chico y alzó vuelo para la capital de verdad y aquí está en Caracas, sin tener muy claro qué hacer y con su escasa experiencia laboral a cuestas: unos mese de secretaria de una empresa constructora -allá en los Andes después que terminó su bachillerato comercial- y un curso básico de computación que tomaba en las noches, haciendo un supremo esfuerzo por pagárselo y por aprobarlo. Provenir de una familia andina patriarcal y jerárquica, en donde las decisiones están supeditadas al parecer de la familia, luego al de la comunidad y en última instancia al que deberá tomarlas, no amilana a Joaquina Briceño -blanca, regordeta, pelo negro como crin de caballo, ojillos vivaces, tetona y de boca carnosa - todo empacado en sus veintidos años. Su temple recio le viene por esa casta de personas honradas y trabajadoras, sabedoras de hacer las cosas como se deben hacer. De allí Joaquina tomó su entereza para superar todos los obstáculos. Mayormente el de la pobreza. Desde niña se enfrentó a su Padre -estuvo meses sin hablarle- hasta que le permitió inscribirse para continuar sus estudios de secundaria en el único liceo existente. Luego, compitió con su compañeras de cuarto, en la pensión en Trujillo, para obtener el mísero carguito de secretaria que detentaba hasta el momento de su evasión.<br />
<br />
Eran pasadas las diez de la noche cuando tocó a la puerta. Tuvo que esperar unos minutos, hasta que alguien soñoliento se asomara por una pequeña ventana, a efectuar la pregunta de rigor: ¿Quién es, a estas horas? Soy Joaquina Briceño, don Ramón. La hija de su compadre Eustaquio. ¡Mijita y que haces usted aquí! ¿Le pasó algo a mi compadre? Abrame, luego le cuento. Así fue como la fugitiva entró a vivir donde la familia Ramírez; venida desde el mismo pueblo, por los mismos motivos y las mismas penurias. La hospitalidad de la familia Ramírez no estuvo despejada de reticencias, por aquello de que: ¡Que pensará su Papá de usted, Joaquina! cuando se enteraron que te viniste sin permiso y engañando a todos. El día que decidió iniciar su aventura, salió para sus clases como todas las mañanas, con sus poquísimas pertenencias en el morral del liceo. Desayuné, me despidí de todos y especialmente abrazé y pedí la bendición a mi Papá. A media mañana ya estaba embarcada en el autobús que me llevó a Trujillo y de allí en adelante, no paré hasta hacer unos cobres y venirme para Caracas. Así fue la cosa, don Ramón ya estoy aquí. No se preocupe que mañana mismo me pongo a buscar trabajo. <br />
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América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-53009943497170881892008-10-21T15:17:00.007-04:302015-11-24T10:53:32.921-04:302 Temporada de ángeles.<div align="justify">
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La comadre Teotiste ya está en el fogón preparando las arepas y colando café, cuando Joaquina se levanta. Bendición madrina, fue su saludo. ¿Dígame mijita, como están todos por allá? Ambas mujeres conversaron brevemente. La recién llegada informó de algunas de las cosas que la trajeron hasta la gran ciudad. La buena de doña Teotiste, le ofreció cobijo hasta tanto se le enderezaran sus asuntos. Al momento se presentó Otilio, quien miró a la muchacha con ojos inquisitivos. Es Joaquina, la hija del compadre Eustaquio. ¿Usted no la recuerda? dijo la madre. Un breve buenos días, fue todo lo que recibió de bienvenida. Un bullicio infantil llenó la cocina: ésta es Isabel, ésta María y Asunción la más pequeña, dijo la oronda madre. Tras un rápido desayuno, toda la familia se desperdigó por la ciudad en pos de sus quehaceres. Joaquina, no sin antes anotar en un papel la dirección y teléfono de donde se encontraba, se aventuró por las callejas de La pastora –así decía el papel que apretaba en su puño- con rumbo desconocido. En el primer quiosco que encontró compró el periódico del día para ojear los avisos económicos.<br />
<br />
Caminando llegó hasta la avenida Baralt. Vio las vitrinas; se aturdió con el bullicio del tránsito, sorteó el paso entre los buhoneros y pensó: ¡Nunca me había imaginado que la capital fuera así de fea! Se detuvo en una farmacia donde vio un aviso: Se solicita ayudante. Entró y salió desilusionada. No cumplía los requerimientos para el puesto. A media mañana y cansada de deambular, se detuvo en una panadería a tomar un refresco. El dueño, un portugués canoso, macizo y rubicundo, inmediatamente le buscó conversación. Así se enteró que Joaquina buscaba ocupación. Para su buena suerte, Joao que así se llama el portugués, le dijo que su paisano Luis tiene una cafetería-arepera y anda buscando una persona para ayudar en las mesas. Entregó las señas a Joaquina y esta se dirigió al lugar indicado. Preguntando, aquí y allá llegó a la cafetería "Las más sabrosas arepas", un lugar amplio, con grandes ventanales que dan a la vía: hay seis mesas, colocadas estratégicamente y un largo mostrador donde se exhibe gran variedad de platos. Detrás de ese mostrador se encontraba Luis. Después de conversar, Joaquina quedó contratada como mesonera. Comienzas mañana mismo, le dijo el dueño. Llegó con la buena nueva a la casa. Esa tarde, conversó con Otilio. Los recuerdos de la infancia común mellaron cualquier desconfianza entre ellos. Pasaron las semanas y Joaquina estaba adaptada, a gusto en su trabajo y feliz en el pequeñísimo cuarto que los Ramírez habían acondicionado para ella.<br />
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Uno de esos fines de semana libre, Otilio la invitó al cine y a partir de allí ambos jóvenes se fueron acercado más el uno al otro. El chico era de buen corazón y sanos principios. Aunque había tenido menos oportunidades de estudio que Joaquina, era despierto, cortés y considerado. Eso le agradó a la muchacha que le fue tomando más confianza. Salían o compartían de noche hasta tarde, viendo algún programa de televisión. En una de las tantas noches que se quedaron solos sentados en el sofá de la salita, disfrutando una película, Otilio le confesó que le gustaba y la beso. El joven, se puso de rodillas ante la mujer y suavemente posó sus manos en los muslos de Joaquina, que lo dejaba actuar. Los acariciaba y besaba ardorosamente. Las manos continuaron el recorrido hasta llegar a la entrepierna. Recostada y anhelante no opuso resistencia; al contrario ayudó a deshacerse de su ropa interior. Otilio con suavidad separó las piernas de la chica y zambulló su cabeza en el torno de los muslos de su compañera. Joaquina temblorosa, asustada e inquieta, sintió los labios del hombre que se unían a los de su vulva. La lengua saboreante, recorría succionaba y relamía al punto que hizo gemir a Joaquina y acallar un gutural quejido placentero. Otilio quiso ir más allá penetrando con su lengua, pero halló un impedimento. Se detuvo, se incorporó y preguntó; ¿Eres vírgen? Si, respondió ruborizada.<br />
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América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-31512020223916304512008-10-21T15:11:00.006-04:302015-11-24T10:54:35.797-04:303 El paraíso en la otra esquina.<div align="justify">
Es un cuarto de hotelucho como cualquier otro en las inmediaciones de Quinta Crespo, destartalado pero limpio. Ella ahora ya no está asustada. Otilio la hace sentir segura. Además ya se conocen. Son varias las veces que en el cine, sentados en las últimas butacas, Otilio le chupa los pezones y hurga en su entrepierna. Ella acuna su verga, la lame -Otilio le enseñó- la recorre con toda su lengua, lo besa y aprieta con sus dedos. Antes que eyacule, se le monta con las piernas abiertas, dándole la espalda. Otilio la abraza, le aprieta las nalgas, la maneja, la hace subir y bajar a su ritmo y antojo. Ahora la novedad es el cuarto de hotel, donde nunca ha estado. Ahora la novedad es la luz, la desnudez, tendidos en la cama. Los detalles del cuerpo: las sinuosidades, las concavidades, las planicies, los colores del vello púbico, su textura. La piel blanca, los labios carnosos y succionadores. Ahora, son los cambios de posición. Los olores y sabores de la crica, los del bálano. El sonido de los quejidos, las risas -ya no hay porque acallarlas- las palabras que se dicen, las que se dejan de decir, aquellas que no se completan: te amo, te am, te … <br />
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América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-68639041018574254432008-10-21T15:04:00.008-04:302015-11-24T10:55:38.782-04:304 El túnel.<div align="justify">
Demasiado rápido pasó el tiempo y los acontecimientos para Joaquina. Su tesón la hizo adaptarse obligatoriamente a todo: al trabajo, al amor, a la dureza de la vida. En la cafetería cada día se hacía mas eficiente y necesaria. Llegó a encargarse del negocio cuando Luis el dueño, por alguna causa tenía que ausentarse del mismo. Maneja los empleados que se ocupan de la cocina y también asume -eventualmente- el control de la caja. Llegó a contratar otra chica llamada Hermelinda, para que la ayudara con el trabajo de mesera en las horas pico. Yo sola no puedo con todo, le dijo a Luis.<br />
<br />
Precisamente estando detrás del mostrador ocupada en ordenar vasos y platos, Luis -de negro bigote, bien plantado y musculoso- le hizo una propuesta amorosa que ella, pensando en su Otilio rechazó de plano. ¡Ni lo sueñes!, le dijo. Pero las cosas no se quedaron allí. Luis continua soñando, insiste y presiona, hasta que una tarde pasado el alboroto de los almuerzos -cuando estaban haciendo cuentas- la agarró desprevenida. Se le arrimó por detrás y comenzó a acariciarle las nalgas. Joaquina, Joaquina ¡voce é muito gostosa! le dice, mientras la acaricia y besa el cuello. Forcejearon; batalló aprisionada por sus fuertes brazos y todo fue en vano. La apoyó contra el mostrador, los vasos se estrellaron contra el piso. Le subió la falda y bajó la pantaleta. ¡No, déjame! decía, pero no la escuchaba. Ya Luis tenía su mástil en ristre y arremetía por detrás contra la concha jugosa de Joaquina. ¿A que negar que te rendiste? Los movimientos acompasados te delatan, indican que si, que si, que te gusta. La turgente verga te ocupa toda ¡Dame, dame, así! le pide y él complaciente, acelera con ritmo desenfrenado y respiración entrecortada, ¡hag, hag, hag! Las bocas se buscan, las lenguas se entrelazan. Los recorre un temblor. Un fogonazo sube por la columna vertebral de Joaquina. Cae rendida, sudorosa y boca abajo sobre el mostrador, soportando el peso de Luis que reposa sobre sus espaldas. Tras la puerta de la cocina se escuchó la risita de Hermelinda.<br />
<br />
Esa tarde le pedió a Otilio que no pasara a recogerla. Prefirió caminar la avenida Baralt a pesar del congestionamiento. Se desvió hasta la Plaza O´leary, allí acomodada en un banco trató de aclarar sus ideas. ¡Tan abusador!, pero no puedo negar que me gustó. ¡Ese<em> portu</em> está bien bueno y tiene una tremenda maza! jajaja... La de Otilio es más chiquita. Sabrosa, pero más chiquita. ¿O será que la creí sabrosa porque no había probado otra? Con tal no se entere Otilio. ¡Que no se me note que acabo de tirar con el portugués! Diosito, que no se dé cuenta ! ¿y eso se notará? Buenas noches, doña Teotiste. No dijo más y pasó de largo a la habitación. La llamaron a comer y se excusó: Gracias, ya comí en la arepera. Otlio mijito, vaya a ver que le pasa a esa muchacha. Nada, nada Oti, estoy cansada y me duele la cabeza. Pero algo te pasó que lloraste. No te levantaste al día siguiente. No fuiste al trabajo, ni ese ni el otro día. Cuando doña Teotiste le preguntó, mintió: Me botaron, respondió secamente. Tengo que buscar otro trabajo.<br />
<br />
Por intermedio de una agencia de empleos, consiguió un puesto de cuidadora de una niña rica, por allá lejísimos en La Lagunita. ¡Si viera lo que me costó llegar, doña Teotiste! Sí, es para dormir adentro y todo. Saldré cada quince días un fin de semana completo y además me pagarán bien. ¡Pues nos veremos cada quince días Oti! ¿Que más podemos hacer? Así comenzó a cuidar a Gracielita, la hija menor de los Mendizales. Bueno no tanto a cuidarla, la niña pasa casi todo el día en el colegio, pero debe atenderla cuando llega: tener el baño preparado, acomodar su ropa, darle la merienda, recoger su habitación y todas esas cosas. Me dicen la asistenta de la niña Graciela. Sí, esta primera semana en casa de los Mendizales, me gustó. La muchachita es llevadera y el resto de la servidumbre son amables y buena gente. Duermo en las dependencias del servicio. Me acomodaron en una cama litera, con otra chica que se encarga de la limpieza. Todo esto le contaba a su novio, ese viernes en la tarde cuando la fue a buscar. Vamos a escaparnos, le dijo él ¡Te tengo muchas ganas! y yo a ti...Recalaron en un motel en El Hatillo. Otilio parsimonioso como siempre, la fue desvistiendo mientras la besaba y ella respondía a sus besos. Se tendieron desnudos en la cama. Otilio prendió el televisor y había una película porno para ver. Yo quiero que me hagas eso, le dijo. La volteó, apartó las gordas nalgas y su lengua comenzó a hurgar en su ano. No dejaba de ver la televisión. Me van a hacer lo mismo que a ella, pensó. Efectivamente, colocó unas almohadas debajo del vientre de la mujer, luego ensalivó su mentula e hizo el primer intento de penetración. Joaquina se quejó. ¡Tranquila, aflójate!, le aconsejó. No le dio más tregua, se medio incorporó y de un solo aventón entró en el cerrado canal. Ella chilló. No se movieron por unos minutos. Otilio la beso y luego comenzó a moverse lentamente. Ahora ambos se mecían. Joaquina imitaba lo que veía en la televisión. Comenzó a disfrutarlo. ¡Móntame, móntame! le suplicaba desesperadamente. La complació, sus movimientos se hicieron más rudos, sudaba, gemía. Joaquina sintió al hombre temblar encima de ella, luego una tibieza la inundó por dentro.</div>
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América Ratto-Ciarlohttp://www.blogger.com/profile/02483297046069698943noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-38139988.post-77397041915844992152008-10-21T14:59:00.006-04:302015-11-24T10:56:54.693-04:305 Tantas veces Pedro.<div align="justify">
La vida transcurría tranquilamente para Joaquina. Su nombre fue modificado por la niña Graciela que apelaba al diminutivo<em> </em>Quina y todos la llaman así en la mansión. Sus deberes no eran agotadores. Hasta ayudaba a hacer algunas tareas del colegio a la niña Gracielita, en la computadora y le quedaba tiempo libre, cuando la niña salía con su madre. Ese tiempo supo aprovecharlo Quina. Como nadie la supervisaba -salvo la señora- debido a la deferencia que la familia le tenía. Aprovechó una salida de todos y se arriesgó a encender el computador. Tenía unas tres horas libres, así que se puso a navegar por Internet. En eso estaba, cuando apareció la llamada de un usuario por el <em>chat</em>: Hola querida, ¿como estás?. ¿Que hacer, responder o apagar inmediatamente?. Respondió. De allí en adelante conoció a Pedro, que por lo visto <em>chateaba</em> con la señora Mendizales y eran íntimos amigos. A veces, con mucho susto se arriesgaba para conversar con él. Pedro no notaba mayores cambios en su interlocutora. Era abogado -o al menos eso dedujo- y ella seguía siendo la señora Mendizales, la que lo divertía, lo seducía, lo erotizaba. Hasta que en una ocasión la verdadera señora la pescó <em>infraganti</em>. La despidieron inmediatamente. Ella y la niña Gracielita lloraron al momento de la partida, pero no hubo marcha atrás.<br />
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Volvió a la casa de La Pastora. Cuando se podía sustraer de la vigilancia de Otilio, entraba a cualquier ciber-café a <em>chatear </em>con Pedro. Le contó todo lo ocurrido. El se divirtió con su travesura y le señaló que deseaba conocerla. Se citaron en un café por los Palos Grandes. Pedro, en cuerpo entero se llama Pedro Luis Fernández es joven, delgado y alto. Está recién graduado y ella lo percibió llano, desinhibido y simpático. Por otra parte, Quina supo ganárselo, contando francamente toda sus peripecias y situación donde los Mendizales. Continuaron su amistad por Internet. Otras veces se encontraron en un café, o en un cine, hasta que Pedro abiertamente le dijo que le gustaba. Resolvieron el asunto en un motel de la Panamericana. Pedro resultó bueno en la cama, pero no tan delicado como Otilio. Ella desplegó todos sus conocimientos amatorios y para ambos fue un encuentro grato, placentero sin mayores compromisos.<br />
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Como continuaba sin encontrar trabajo, recurrió a su amigo. Pedro se comprometió a buscarle alguna salida al asunto. Pasado unos días, <em>chatearon</em> nuevamente y la citó para proponerle algo. Pedro le explicó que él y sus colegas del bufete tenían un lujoso apartamento en La Trinidad, que compartían entre todos para sus encuentros amatorios. Ella viviría allí ocuparía las dependencias de servicio y se encargaría de tener todo a punto: limpio, arreglado y la nevera llena para cuando alguno de ellos requiriera utilizar el piso; también el pago de los recibos de servicios. Eso si, mucha discreción. ¿Cómo rechazar la oferta si tus necesidades existenciales son apremiantes? ¡Acépto!,dijo Quina y se mudó al día siguiente, no sin antes contar a doña Teotiste y a Otlio que sería la dama de compañía de una señora anciana, que requería cuidados. A partir de este momento, Quina comenzó a girar mensualmente dinero a sus padres e ir cada vez menos a la casita de La Pastora. También a partir de ese momento, Pedro a veces iba al apartamento y se acostaban. Eran felices, ambos se disfrutaban sin inconvenientes. A veces antes de comenzar sus encuentros, Pedro fumaba yerba y le enseñó a fumarla. Entonces se sentía libre y cometía todas la locuras que se le ocurrían a Pedro: átame a la cama, métetelo en la boca, mastúrbame con tus pies. ¡Y a ella, que no le hacía!, nunca había imaginado disfrutar así, con tantas cosas que Pedro traía y le enseñaba a usar: ponte esto, pásatelo por aquí, por detrás, por delante, métete esto, bañémonos juntos. ¿Tienes hambre, Pedro? espera ya preparo algo.</div>
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Que plácida transcurre la vida sin las premuras de la cotidianeidad. Lo único preocupante es que Pedro hace tiempo que no porta por el apartamento y según las normas establecidas, no debe llamarlo, salvo en casos de emergencia. Sólo le queda esperar. Ese otro abogado Juan, vino ayer con una tipa, pero ni le dirigieron la palabra. A la mañana siguiente cuando se levantó ya se habían ido. Pedro apareció después de casi un mes de ausencia, para traerle una buena noticia,¡Me caso!, dijo. Lo abrazó y lloró, pero sinceramente se contentó por su felicidad. Creo que no nos veremos más. Me salgo de este asunto. ¿Y yo que hago ahora? se atrevió a preguntar. Nada todo seguirá igual, hasta que los locos de mis amitgos decidan. Así fue, nada varió sustancialmente sólo que Pedro ya no estaba para ella. Se aburría enormemente, se deprimía. Se fue a la calle. Tomó el Metro y descendió en las cercanías de su antiguo trabajo. Allí todavía estaba Hermelinda, que ahora ocupaba su lugar. Cuando quieras me telefoneas, le dijo y le entregó su numero. Coincidencialmente cuando veía de vuelta, divisó a Otilio por la otra acera. Atravesó entre los carros y corrió a su encuentro, Sentía la necesidad de un contacto amistoso. Sin mediar palabras se abrazaron ¡Te eché de menos! le dijo llorosa. Lo tomó de la mano y subieron a un taxi. Ella le fue contando todo, pausadamente. El escuchó en silencio. Al llegar al edifico, subieron al apartamento. Le mostró la sala, el comedor , la amplia terraza y las dependencias del servicio: aquí duermo yo. Allí se besaron y acariciaron con desesperación e hicieron el amor como hacía mucho tiempo que no lo hacían, con amor. Cuando salió a despedir a Otilio, le metió un cheque en el bolsillo. Para doña Teotiste, le dijo. Sé que le debo mucho más, pero por favor entregaselo de mi parte. Las visitas a la <em>garçonnier </em>se fueron haciendo cada vez más esporádicas. Pedro continuó siendo su amigo y la llamaba muy de vez en cuando para saber de su vida. Era muy feliz casado y en su profesión también ascendía. Hasta era candidato a una dirección en el ministerio. El país cambiaba y con el cambiaban los hombres. ¡En verdad, que de cambios! ¿Hacía cuanto tiempo se había venido de Los Andes? Cuatro años ya. ¡Qué será de mi gente!</div>
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Un tarde, Hermelinda telefoneó. ¡Chama, me arreché con el portugués!, no tengo para donde agarrar. Vente para acá, fue tú respuesta. Llegó con sus pocos bártulos y la colocaste en tu misma habitación. Será provisional dijiste, hasta que hable con Pedro. Hermelinda Marcano era una Cumanesa, morena y delgada, que como Quina se vino a la capital en busca de mejores oportunidades. Antes de llegar a la arepera, trabajó en una casa de familia y luego en una fábrica de camisetas. Lo que le faltaba en educación le sobraba en viveza y entendimiento. Así que hicieron buena migas y nadie se enteró que ella estaba allí, pues cuando venían los huéspedes se encerraban en la habitación. Dormían en la misma cama, en la misma donde una tarde calurosa, Quina le dio a probar de la yerba e hicieron las miles de locuras. Se pintarrajearon, se disfrazaron. Tomaron unas cervezas y les dio por desnudarse y compararse los cuerpos; ¡Que blanca eres!, le dijo Hermelinda y tú morenita le contestó la otra entre risotadas. Tremendo culo que te gastas, ¡chama estas gordita!, dijo Hermelinda dándole unas palmadas en las nalgas. No te ocupes, a ellos les gusta así. Jajaja... A ver tus pezones, son bien oscuros, déjame tocarlos. ¿Tu no eres virgen verdad? ¡No, mijaquerida! hace años que salí de eso, respondió Hermelinda. Comenzaron a hablar de sus aventuras sexuales. Entre risotadas y toqueteos se sensualizaron y cayeron en la cama. Enrolladas entre las sábanas, aparecen las delicadas caricias y los besos. Quina tomó la iniciativa y la recorrió con la lengua. Agarró uno de sus pequeños pechos y los chupó con fruición. Hermelinda la acariciaba en la espalda, le apretaba las nalgas. Bajó hasta su vientre y relamió el ombligo. Hermelinda comenzó a balbucear; ¡Rico, que divino!, le abrió las piernas y Quina se metió de lleno a saborear esa oquedad morena y salada. Se regodeó, la mordisqueo, luego succionó el prominente clítoris e introdujo dos dedos que culebreaban en la vagina de su amiga. ¡Chama, me muero! hay que rico ¡No puedo más! suplicaba Hermelinda, mientras se retorcía de gozo. Le acabó en la boca. Quina se retiró sonriente. ¡Gozaste, amiga! ahora me toca a mí. De rodillas con las piernas separadas, puso su sexo sobre la cara de Hermelinda. <br />
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Temprano en la mañana telefoneó Pedro. Ella aprovechó para informarle que su amiga estaba allí. Eso no importa ahora, le dijo él. Escúchame bien: para allá va un General a quien le prestamos el apartamento. Atiéndelo bien, dale lo que pida que se quede el tiempo que quiera y eso si muchísima discreción. Te lo recomiendo, ¡ no me vayas a fallar! No te preocupes Pedro, todo se hará muy bien. <em>Okay</em>; lo de tu amiga lo conversamos luego. Puntualmente a las ocho de la noche tocaron a la puerta. Quina abrió a un hombre maduro, entrecano, corpulento, de ojos verdosos, que para su sorpresa venía vestido de civil. Pasé usted, ¿viene sólo? La persona que debo encontrar vendrá luego, dijo con voz grave. Se sentó en una poltrona de la sala. Quina le ofreció una bebida y el hombre aceptó. Para que no se sintiera desamparado e incómodo - Pedro se lo había recomendado tan encarecidamente- ella también se sirvió un trago y comenzó una trivial conversación. A eso de las nueve de la noche, volvió a sonar el timbre de la puerta. Esta vez era otro hombre delgado, con bigotes, muy elegantemente vestido y portaba sombrero. Lo hizo entrar y lo llevó a la sala. Al verlo el General se puso de pié y le estrechó la mano. Quina si pudo notar que el visitante tenía un dejo andino -como el suyo- cuando lo escuchó decir: Buenas noches, perdone la demora. Cuando Quina estaba a punto de retirarse, el General se dirigió a ella y le espetó: Necesitamos más privacidad. Me indicaron que podría utilizar alguna habitación. Claro, dijo ella, pase usted y los hizo entrar a la habitación principal del apartamento. Luego cerró la puerta y se fue a su cuarto a contarle Hermelinda lo que acababa de suceder. La reunión de los dos hombres fue corta, quizá una media hora. Cuando sintió llamar ¡Señorita Quina! salió a la sala y los dos hombres estaban nuevamente allí, sentados. Mi amigo se marcha, le dijo el General. Ella lo acompañó hasta la puerta. En la sala escuchó la voz grave que dijo, me tomaré otro<em> güisqui,</em> por favor. Quina le sirvió un nuevo trago y se sentó a la orilla del sofá para acompañarlo. ¿Conque usted es de los Andes ? le preguntó. Si señor, de Boconó. ¿Y está soltera? Si señor, solterita. ¿Y ésta es su casa ? Si, señor, por lo pronto. Ambos rieron. El General terminó su trago, se levantó, fue hacia la puerta y antes de abrir le dijo: Gracias por su atención. Quizá nos volvamos a ver, le beso la mano y salió.</div>
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A la mañana siguiente apareció Pedro en el apartamento. Quina lo atendió todavía en batola de dormir. Muy inquieto preguntó como había salido todo. Algo raro pero bien y rápido, contestó ella. ¿De que se trata?, le preguntó. ¡Ni te enteres!, le contestó Pedro. Mientras menos sepas de esto mejor. ¿Puedo desayunar contigo? tomaron café con leche y se comieron unos bollitos que había preparado Quina el día anterior. Hermelinda hizo acto de presencia en la cocina. Esta es mi amiga, de la que te quería hablar. Charlaron entre los tres. Pedro no puso reparos a la permanencia de Hermelinda en el apartamento, siempre y cuando sus socios ni se enteraran. Terminaron el desayuno y Pedro se levantó. Nos hiciste un gran favor, le dijo a Quina antes de partir. Favores los que yo te debo, respondió ella. Le dio un beso en la mejilla y le susurró: Te extraño. Pedro la beso y cerró la puerta. Después de varia semanas, la visita del General se repitió por segunda vez una tarde y sin previo aviso. El hombre le hizo saber a Quina que ahora hacía una visita de cortesía y que venía solo. A la muchacha le cayó de sorpresa su presencia inesperada: Me agarra usted en ropa de casa, señor. No se ofenda, usted es bonita así. Quina no tuvo mas recurso que dejarlo pasar. Lo llevó hasta la cocina -allí se hallaba Hermelinda en sus quehaceres- y le ofreció café. El General Wilfredo Vilamizar -así dijo llamarse- se hizo dueño del patio. Amigablemente conversó con las muchachas. Se enteraron que estaba a punto de retiro y separado de su mujer, pero para guardar las apariencias aún convivían. Además yo estoy muy viejo para divorciarme, dijo entre chanzas. Ellas le contaron algunas cosas de sus vidas. La visita duró hasta que el General se tomó su último sorbo de café. Al despedirse, le volvió a decir a Quina; Señorita nos volveremos a ver. Cuando Quina se devolvió a la cocina, vio a Hermelinda espiando por la ventana, para ver con quién había llegado el General. Un carro con escolta lo esperaba abajo. Ese tipo es raro, dijo Quina. ¿Que buscará ese hombre ? ¡Pendeja! te busca a ti, le dijo Hermelinda.<br />
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Recibió su llamado no sin extrañeza, hacía meses que no sabía de él. Señorita Quina, soy Wilfredo. La llamo para invitarla. Esta tarde a eso de las siete mi chofer pasará a recogerla. ¡Pero!, no le dio tiempo a terminar las palabras, ya había colgado. Pidió parecer a Hermelinda y ésta la animó; ¡Anda boba! total qué tienes que perder. Se arreglo discretamente. Hermelinda la ayudó a maquillarse y recogerse el pelo. A las siete en punto un hombre tocó a su puerta y se identificó como el chofer del General Vilamizar. Quédate tranquila Herme, que hoy no viene nadie para acá. Si se presenta alguna cosa, me llamas al celular. Se abrazaron y salió...<br />
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No sabría decir por donde transitó el vehículo, pero si que estuvo como veinte minutos o más rodando. Llegaron a un sitio donde había una garita y varios soldados. Era un edificio vetusto y grande. En la puerta con traje de civil ya esperaba el General. Subió al carro y dijo; ¡Señorita Quina que placer me da volverla a ver! ¿Como está usted, General? Muy feliz de reencontrarla y dirigiéndose al chofer: arranca Antonio, tu sabes donde. Fueron a un restaurante alejado de la ciudad, con un bello mirador desde donde se divisa toda Caracas. Los hicieron pasar a un reservado. El General muy atento, le dijo: Me he permitido escoger el vino y la cena, según mi gusto. Espero que a usted no la incomode. En absoluto, respondió Quina ¡ya me he dado cuenta que usted manda.¡ Jajaja.!.. Brindemos por este encuentro, le dijo él. Pasemos un momento grato y no se asuste que dentro de poco sabrá cuales son mis intenciones. Mentirías Quina, si dijeras que disfrutaste la cena. Estabas tan tensa que a duras penas lograbas pasar bocado. Decidió alivianar su sufrimiento con el vino. A los postres supo las intenciones del General, que le habló en estos términos: Querida señorita, como usted ya sabe estoy a punto de retiro. Dado mi alto rango he tenido las posibilidades de efectuar algunas inversiones en negocios no muy lícitos que digamos, especialmente con la "hermana república". Temo que al momento de retirarme y no tener las necesarias conexiones, mis inversiones puedan correr riesgo. Además factiblemente salga para una embajada. En resumen la necesito a usted para que funja de testaferro. General, ni siquiera sé que significa esa palabra, contestó Quina. El general tuvo la paciencia de explicarle y además calmar todos sus temores. Finalmente ella le dijo: Por favor déme usted unos días para pensarlo. Lo voy consultar con un gran amigo, él me podrá orientar. Me parece bien, respondió el General. Si se refiere a Pedro, es mi yerno. ¿Quién cree usted que me la propuso? Cuando llegó al apartamento estaba visiblemente agitada. ¿Qué pasó, Quina? El tipo te pidió en matrimonio, dijo Hermelinda, siempre en son de chanzas. ¡No chama, algo mucho peor! </div>
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Las cosas se fueron desenvolviendo según lo planeado por el General y por Pedro. Quina y Hermelinda, fueron mudadas a un lujoso piso en La Castellana, a nombre de la primera. Ahora había que aparentar para poder tener. Hasta podían contar -eventualmente- con Antonio el chofer. La relación con Pedro se mantuvo en términos puramente legales. Quina sabía que siempre contaría con su incondicional amistad, como se lo demostró en reiteradas ocasiones. Se hizo habitual en el nuevo apartamento, la realización de cenas, fiestas y francachelas para los invitados extranjeros que venían esporádicamente a cerrar negocios con el General. Si en su gusto estaba, Quina y su amiga podían pernoctar libremente con cualquiera de ellos que fuera de su agrado. Así, se fue ampliando su círculo de relaciones con la crema y nata del régimen de turno. La ocurrente de Hermelinda, le dijo una mañana que estaban tomando café en la cocina -trasnochadas de la fiesta anterior- sólo falta que vengan los curas.<br />
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Como si no fuera suficiente con tanta bonanza, Pedro fue designado Director en el Misterio. Las mujeres decidieron hacer un agasajo a su benefactor e invitaron un pequeño grupo a cenar. Entre ellos por supuesto el General Wilfredo Vilamizar. La velada transcurrió muy gratamente. Los invitados se ausentaron temprano, después de comer opíparamente y catar buenos vinos. Hermelinda se retiró a su dormitorio -ahora tenía cuarto propio- un poco indispuesta por la mucha bebida. Quina y el General quedaron solos en el frescor de la terraza. Mientras tomaban un <em>güisqui</em>, Quina de pié apoyada en la baranda, contemplaba la ciudad nocturna con sus luces y la gran sombra de El Avila. El General la contemplaba a ella. Quina en un arrebato de nostalgia dijo: ¡Cómo estará mi gente allá en los Andes! Hace tanto que no sé de ellos. Si me vieran no me reconocerían. Unas tenues lágrimas rodaron por sus mejillas. El General alargó el brazo, la tomó de la mano y le dijo: ¡Ven mi niña, ven! Quina se sentó en sus piernas. El la rodeó con sus brazos mientras ella lloraba en su hombro. Le acarició el rostro y sorbió sus las lágrimas. Luego la beso tiernamente. Quina no se sorprendió, por el contrario le dijo; ¡Hace tiempo esperaba esto! Lo besó apasionadamente. Recompuso la postura y se colocó a horcajadas sobre el hombre reclinado en la butaca. Lo ayudó a desabrocharse la camisa, ella misma aflojó la correa. Lo besó en el cuello, le mordisqueó la manzana de Adán, lamió sus tetillas. Sensualmente se rindió al placer. Sintió recuperar todas esa sensaciones que creía olvidadas. Luego Quina se quitó la ropa y permaneció sólo con su diminuto <em>bikini</em>. Abrió el pantalón del general para liberar al guerrero ya listo para la batalla. Lo puso en el canal de sus grandes senos y allí lo acunó por unos minutos. Luego comenzó a lamerlo y acariciarlo mientras introducía el glande en su boca. Solo se escuchaba la respiración vagarosa del hombre y el succionar de Quina. Cuando sintió el temblor lo introdujo completamente y oprimió los labios. El General lanzó un quejido y después de unos segundos ella deglutió. Se quedaron inmóviles por unos momentos. Entonces él la hizo acercarse y la beso.</div>
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Desapareció su cara entre los pechos de la muchacha. Aspiró su aroma. La escudriñó olfativamente: en las axilas, en el ombligo, en el sexo. Se entretuvo palpando los muslos y las voluminosas nalgas. Quina se liberó de la pequeña prenda que escasamente la cubría. Jugueteo con el pene en su pubis antes de introducírselo lentamente. Asida al cuello de Wilfredo se contorsionaba sensualmente. Comenzó a balbucir incoherencias. Acoplados en un frenético vaivén ambos llegaron al clímax. Quina reclinó la cabeza en su hombro, lo beso en la mejilla y le dijo quedamente: ¡Te quiero General! Y yo a tí, niña Quina.<br />
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