Cuando subió al vagón, ellas ya estaban allí. Ocupaban dos asientos una al lado de la otra. Se sentó en frente. A esa hora el metro no está abarrotado. Las chicas lo miraron, con cierta indiferencia... El las observa: deben tener unos catorce o quince años. Ambas morenas: con sus falditas de colegialas, blusas y tobilleras blancas, con sweter azul y el pelo recogido en una coleta.
Luego de unos minutos, las chicas al unísono –sin hablarse- sacan sendos libros de sus mochilas y simulan leer. De pronto exageradamente cruzan las piernas. Las cortas faldas dejan ver los torneados muslos… ¡Será cierto lo que vi! No tienen ropa interior… ¿lo vi, o lo imaginé?...
Las chicas siguen inmersas en sus libros. El hombre confundido esboza una risita nerviosa sin saber dónde mirar…Se repite la operación; esta vez descruzan las piernas y las dejan exageradamente separadas. Efectivamente, no llevan bragas… Inquieto disimula, pero finalmente opta por deleitarse fisgoneando. Alternativamente, las colegialas dejan ver u ocultan el centro de interés del pasajero. El comienza a sonreír y a elucubrar con esos tiernos pubis tan cercanos... Una lanza un lapicero al suelo: al recogerlo muestra sus torneadas nalgas y algo más. La erección se hace inminente… Parece que esto las complace ya que llegado este momento, cierran los libros y con descaro lo miran directamente. Las chicas continúan en su exhibición acompasadamente, abriendo y cerrando las piernas… ¡Se me va a pasar la estación!... De pronto guardan los libros. Le sonríen con un guiño y apresuradas bajan del vagón…
Caracas, junio 2010
Caracas, junio 2010
Ilustración tomada de la web.
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