14 marzo, 2008

Coincidencias



Comenzó ese trabajo por puro compromiso. Una amiga le pidió el favor y ella no tuvo mayores inconvenientes. Así fue al principio. Ahora tal como se presentan las cosas con su marido en cama, considera que su decisión no fue tan desacertada. Pasó meses atendiendo llamadas. Le causan desagrado y repulsa algunos interlocutores soeces. En cambio hay otras llamadas que reflejan la inmensa soledad de muchos...

El llamaba dos veces por semana. Para ella la comunicación es tan completa, que siente aprehensión cuando se acerca el momento de escuchar su voz. A veces lo nota cansado, otras nostálgico; le comunica todas sus frustraciones y sentimientos. Ella le dice cosas que no se atreve confesar a su marido: bésame, acaríciame, penétrame. Llegó un momento en que quiso conocerlo personalmente, a sabiendas que eso podía costarle el puesto. Sentía un lejano dejo conocido en la cadencia de esa voz. El sorprendido se cohibió y la cita nunca fue concertada.

De pronto sus llamadas cesaron. No supo a quién acudir ni dónde localizarlo. Como todas las malas rachas vienen en avalancha, su marido también se agravó y murió por esos días...


Caracas, febrero 2000
Ilustración: Juarez Machado.